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Todo el mundo lleva razón, hasta
yo la llevo, cada cual actúa a su nivel, por tanto todos pensamos o creemos
estar en lo cierto, al menos, lo más próximo a ese lugar que desconozco si
existe. El mundo colectivo está deshabitado y el individual súper poblado.
Pocos tienen conciencia del todo y de las posibilidades que la gran fuerza
generada por la masa puede alcanzar como energía creadora. Es una lástima que
la sociedad sea un ente de individualidades con intereses tan dispares, y muchas
veces irreconciliables. Muchos se convirtieron en depredadores de su especie,
funcionan para aprovecharse de los demás, corran el peligro que corran estos
últimos.
El desencanto es bestial, busco
salidas y descubro que casi todas están taponadas, controladas, reglamentadas,
y que casi cualquier reacción contra el sistema establecido es reprimida,
sancionada, castigada y motivo de una gran crítica política, otras veces, periodística.
Los medios de comunicación y la casta política danzan al compás respaldados por
los cuerpos de seguridad y ejército, si fuera necesario, contra el ciudadano
disconforme con el chiringuito de privilegios para unos pocos.
La clase política no duda en
ordenar a los cuerpos de su seguridad que den palos a diestro y siniestro. Y
los policías, que son pagados por toda la ciudadanía, se muestran obedientes a
aquella minoría política ordenante, comenzando los mamporros en los brazos,
muslos, y hasta en la cabeza de algunos manifestantes contra lo establecido e
impuesto. Esta es la democracia a medida de los deseos, caprichos y
mamandurrias de la casta política gobernante, arropada por todos esos que no lo
hacen por el momento, pero que esperan alcanzar el sillón gubernamental en
tiempos venideros.
La democracia constitucional de
este país es como un traje hecho a medida, o entras en él, o te echan a patadas
del probador. Así todo el que va llegando, da igual el color que defienda, las
ideas que difunda o las promesas que haga, que o entra en el traje
democrático-constitucional de los horrores, los caprichos, los privilegios y
los tejemanejes mafiosos, o te aburren hasta que des con tus huesos en tu casa,
pero eso sí, mejor remunerado que antes, con un mejor curriculum y con una
cartera de tráfico de influencias en el bolsillo.
Es una pena, España es una pena
como cualquier otra sociedad, como cualquier otro país, porque una minoría ha
usurpado el poder del pueblo revistiéndolo de legalidad democrática, de “libres”
votaciones de una población bien programada y aleccionada. La mafia se ha
puesto de acuerdo para salir ilesa del enfrentamiento con la ciudadanía, a
pesar de estar robando dinero público continuamente: malversación, ayudas y préstamos
que no devuelven, proyectos de obras públicas por los que se abona el doble o
el triple de su valor de proyecto, comisiones de cada partida de dinero público
que se mueva. Nos roban y callamos. Implantan medidas anticonstitucionales y
callamos. Ellos dicen cómo ha de ser cada acción social, qué se puede y no
hacer, dictan las fechas de todo, los tantos por cientos con los que se
sanciona el incumplimiento, el nuestro, no el suyo, no el de las Instituciones
incumplidoras. Las Instituciones siempre están disculpadas y justificadas, sus
gerentes también, sus responsabilidades casi siempre prescriben o no hay ningún
juez que observe nada anómalo en los delitos cometidos por la clase salvaje
trajeada política, empresarial o banquera. La persecución contra un ciudadano
que no haya podido abonar algún impuesto a tiempo, es terrible. Al tiempo, la
benevolencia con los delincuentes antes expresados, esa minoría de alta clase
social, aunque delincuente y mafiosa, no tiene parangón en este país.
De nuevo reflexiono, pienso, me
pregunto qué puedo hacer, me veo como un ratón en un laberinto, pero al fin y
al cabo, encerrado. Estaría bueno que ni siquiera nos permitieran dar unos
pasos en algunas direcciones, pero el laberinto asegura los límites permitidos.
Nadie puede traspasar sus muros exteriores sin que actúen los mecanismos
legales y de represión en manos de la minoría gobernante. Los Parlamentos
debieran estar ocupados por ciudadanos normales y corriente, como en las
comunidades de vecinos, que debieran llevar a cabo lo que el resto de la
ciudadanía les sugiriera. Si son políticos, de igual modo. Una ocupación
mayoritaria de ciudadanos debe estar presente siempre en todas las
Instituciones. A ser posible personas voluntarias, sin salario, patriotas que
prestan un poco de su tiempo diariamente para hacer crecer a su país. Para el
control de la gestión ya están los funcionarios, y para dar sabiduría y
sensatez a la misma, se tienen, como los tienen todos los gobiernos, los
expertos de cada materia.
Los partidos políticos son una
clara división social, o sea, una fragmentación, ¿acaso no se puede debatir de
política sin pertenecer a ningún partido, o es que es necesario hacer un
chiringuito, para que funcione con una Empresa de Trabajo Temporal (E.T.T.),
dando empleo a muchos de los que se afilian a ese partido. La guerra entre
colores no es necesaria, debatir sí, y esto se hace desde las propias convicciones
de cada uno, no hace falta que te digan qué has de votar levantando los dedos o
sancionando al que se atreve a tener un criterio propio. Es una falsedad ideológica,
pues como hemos constatado, con el paso del tiempo los colores se decoloran y
las ideas se vienen a menos, así como las promesas se comprueba que se esfuman.
Totalmente de acuerdo. Ni siquiera se puede llamar al sistema actual de votación como democrático. No lo es. Para ello te recomiendo ver el siguiente vídeo en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=k8vVEbCquMw . Yo lo vi en primero de bachillerato gracias a una profesora de filosofía. Ahora quieren eliminar la filosofía cada vez más del sistema educativo y borrar contenidos importantes de la asignatura de historia en segundo de bachillerato. Al final, reescribirán la Historia a su gusto. Nos harán más sumisos y olvidaremos el pasado solo recordaremos lo que ellos quieran.
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