COMER MENOS

                         

    Hoy voy a relatar mi experiencia con el ayuno intermitente, que es como algunos le llaman. En mi caso decidí hace dos meses dejar de cenar, ello fue propiciado por ciertas molestias como reflujo gástrico en ciertos momentos de esfuerzo, derivado de digestiones de comidas copiosas o con algo más de grasa de lo deseado, dulces, etc. Sentí que mi pulso se elevaba y presentía que podía estar padeciendo de tensión alta. Nunca me la tomé en esos meses e intenté coger cita con mi médico de familia, pero siempre tenía la agenda llena. Fue entonces cuando tomé la decisión, tras analizar mis hábitos de alimentación, de dejar de cenar. En mi caso, desayuno y almuerzo, ya no como más hasta la mañana siguiente. Realmente ha hecho su efecto, me siento mejor que nunca, podría decir la metáfora de que no tengo estómago y mi pulso parece haberse relajado. Por fin he podido coger una cita con mi médico, que ha llegado tras varias semanas de haberla solicitado de nuevo, y me ha dicho que la tensión es muy buena, así como regulares los latidos de mi corazón. Y como hacía bastante tiempo, digamos algunos años que no acudía a su consulta, me ha mandado hacer analítica de sangre y orina, pendiente para el próximo lunes día 19.

    La conclusión de todo esto es que dejar de comer en exceso, que es lo que hacemos casi todos, de ahí nuestros michelines, esos acúmulos de grasa por aquí y por allá, ese sobrepeso, ese cansancio a la hora de hacer alguna actividad, etc., desaparecen en cuanto nos ponemos manos a la obra y dejamos que nuestro cuerpo se auto regule, consuma grasas, no le aportemos más de lo que necesita, seleccionemos un poco lo que digerimos, sobretodo aporte de grasas y dulces, o alcohol. Bajamos de peso, nos sentimos más ligeros, tenemos menos pereza para movernos, ganamos salud, gastamos menos, en definitiva estamos cuidando mejor a nuestro organismo, nuestro vehículo terrenal.

    Ahora voy a describir sensaciones que he percibido, pues como todo hábito adquirido, reclama su lugar en el día, nuestro cerebro ha sido programado para hacer ciertas cosas en ciertos momentos del día, y de no hacerlo es como si nos faltase algo; con el comer también sucede, almuerzas y bien, pero llega la tarde y te falta el café, tal vez la torta de aceite, algún picoteo dulce para acompañarlo. Llega la noche y echas en falta sentarte frente a la tele con tu fruta, tu tortillita, tus tapitas, tu queso, las cositas que acostumbras tomar antes de acostarte. Sucede entonces, que los primeros días me iba a la cama muerto de hambre, y al cabo de dos o tres días ya solo era hambre, y en unos días más la mente y el cuerpo no protestó más, se adaptó, sabía que no había nada que hacer y se rindió. La nueva rutina se impuso, solo hay desayuno y almuerzo, y no pasa nada en absoluto, se vive bien, me siento bien, yo diría que he mejorado a la vista de los resultados, me refiero a la primera inspección médica, a la espera de los resultados de la analítica que me haré mañana.

    Ya no os canso más, todos podemos cuidarnos un poco más, a pesar de que haya un buen número de gente alentando para que no lo hagamos, pues se aferran en que de todos modos de algo hay que morir. Ya lo sabemos, todos vamos a morir tarde o temprano, de forma natural o accidental, nadie lo sabe el cómo y el cuándo, pero de lo que podemos estar seguro es de que sucederá en algún momento, pero ahorrarse males, enfermedades, envenenar al cuerpo con fármacos químicos, que son sustancias extrañas al cuerpo, tampoco está mal.  Vivir con mayor calidad de vida a todos nos gusta y todos nos apesadumbramos cuando llegan las enfermedades, pues podemos poner de nuestra parte para tratar de evitarlas y comer menos favorece la salud.

    Seguiremos...