Estamos tan acostumbrados a tragárnoslo
todo en esta sociedad de borregos sometidos, que pareciere que el problema lo
origina el que exige rectitud, compostura, educación y uso responsable de lo
que es de todos.
La gente parece tener miedo a,
como suele referir, señalarse. Vivimos en una sociedad en la que saltarse las
normas o molestar al de al lado es el deporte nacional, pero si el de al lado
desea no ser molestado es un malaje, no tiene aguante, le falta correa, es
rígido, etc. Es como si el que se saltase las normas e hiciera más ruido, o
molestase más, tuviera más derechos que los que tendrían que callar y aguantar.
Como digo siempre, vamos hacia
una sociedad de irresponsables porque no hay tiempo para la responsabilidad con
tanto juego on-line. Los jóvenes y no tan jóvenes, que también hay muchos,
distraen las cabezas de la realidad permitiéndoles que sean absorbidas por las pantallas
donde suceden cosas: vuelan super héroes, atrapan tesoros que surgen en el
camino, luchan con bichos raros, se convierten en un comando que va asesinando
por las calles de una ciudad deshabitada, conducen tanques, disparan, asesinan
jugando, cultivan granjas o tienen trenes que transportan metales que
previamente han fundido. No entiendo nada de esto, ya tengo bastante con lo que
me depara la vida o esta existencia, como para meterme en follones de
jueguecitos.
¿Qué podrían hacer con miles de
horas que dejan frente a la pantalla?, ¿cuánto podrían aprender?, ¿qué proyecto
de vida podrían idear para sí mismos con todo ese tiempo? De nuevo quejarse de
todo esto es complicado porque son demasiados los practicantes, a pesar de no
tener la vida resuelta en absoluto. Como no piensan irse de casa, y en casa no
les falta la comida, la ropa, el calzado y la cama. Es que parecen no mirar más
allá, parece que se conforman con el momento actual, con ir de la cama a la
pantalla, de la pantalla a la mesa, de vuelta a la pantalla y de ahí, a altas
horas de la noche a la cama. Al día siguiente hacen lo mismo, no tienen
inquietudes y si la tienen no las manifiestan ni pelean por transformar la
situación.
Si le dices algo a tu hijo se
enfada contigo, es como si le atacaras cuando tratas de aconsejarle… ¡es difícil!,
hemos entrado en una espiral que creo no les aporta a nuestros hijos nada
productivo, aunque sí mucha distracción por lo que se ve. A veces quisiera
poder mantener la boca cerrada, no seguir protestando. A veces tengo la
sensación de no entenderme con nadie, de ir contracorriente. A veces me
gustaría dejar de ver a todos e irme bien lejos, escapar de todo esto, pero es
lo que hay. A veces siento que necesito volver a mí, sentirme más, interiorizar
más, porque lo de fuera no me satisface. Lo más placentero está dentro, porque
cuando apunto hacia adentro, apunto hacia la esencia de lo que soy, y el ser es
paz, está en equilibrio, es inmune a la locura que se vive aquí afuera.
Aprovechando esa locura está la
religión, el invento que da asilo a las almas desconsoladas que no supieron
refugiarse en su interior. Ahí está el bastón universal que te da sostén cuando
no encuentras sentido a las cosas mundanas. Hay está el invento del hombre para
propagar la supuesta palabra de un Dios al que no le importa estar representado
por miles de pederastas, rompe vidas de pequeños y pequeñas. ¿Hay algo de
verdad en las invenciones divinas del hombre?
De nuevo, el que denuncia todo
eso, es el malo, el demonio, el sacrílego; otros dicen que se les hiere su
moral cristiana, o como a ellos les gusta decir: “ofendemos sus sentimientos
religiosos”. Sigan asustados, sigan tratando de tener algo al final, sigan
optando a un pase para el paraíso… sigan ignorando que el paraíso está en su
interior, aquí y ahora. Sigan jugando a los video juegos, sigan pensando que la
vida es solo estar sentados en la terraza de un bar, dando chupinazos de luces
de colores acompañados de ruidosas explosiones con las que es incompatible
vivir, etc.
Los
que me leen desde hace tiempo están acostumbrados a estos giros en la
escritura, a estos remates y a la toma de esta senda con cierta frecuencia. Es difícil
apartarse demasiado porque el ser vuelve a reclamar mi atención, cuando se
conoce algo, ese algo jamás se olvida. Cuando se viven ciertas experiencias con
el cien por cien de conciencia, eso está presente para siempre. Todos podemos
crecer, usted también puede, esté atento, desconecte del exterior para
conectarse al interior y ya llegará, con el tiempo, a estar en ambos simultáneamente.
Sea feliz, solo merece la pena vivir en ese estado, que es el estado natural
del ser. No siga desperdiciando su tiempo, ya que es único e irrepetible. Céntrese,
siéntase, observe como entra y sale el aire por sus fosas nasales, relájese y
disfrute.
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