Cumplir las normas cuesta, hay
individuos que se las saltan con frecuencia y, sin embargo, pareciera ser lo
correcto, y lo contrario, ser rígido. Vamos a por el sistema de los irresponsables,
es como si se premiase o se fuese, excesivamente, condescendiente con aquellos
que no supieran comportarse, tal vez, porque son muchos, tal vez, porque son
los más ineducados. Es mejor no enfrentarse a ellos, deben haber pensado
muchos, de lo contrario estaríamos remando hacia el lugar que reclaman los que
acatan las normas y se resignan a respetarlas, así como a respetar a los demás.
Si exiges una actitud adecuada
eres rígido, careces de flexibilidad, es eso de lo que te tachan, por eso digo
que vamos hacia la sociedad de los irresponsables. Son ellos los que con su
superioridad numérica imponen su sistema de desmadre y perturbador, pero se
acepta antes que enfrentarse a esas personas irrespetuosas. Hoy en día, pareciese
que a los alumnos no se les pudiera llamar la atención y, a veces, así es, se
rebelan, se ponen en pie y le gritan al profesor, le discuten como si de una
pelea callejera se tratara; siendo lo más gracioso que casi nunca sucede nada,
el alumno se sienta victorioso de haber mantenido ese rifirrafe con el profesor
o la profesora y todo continua igual hasta el siguiente arranque, que de seguro
se dará a menos que el profesor o profesora se calle primero. Los móviles
siguen presidiendo las clases, la gente sigue usando los chats y las redes
sociales, los más atrevidos ven videos y los comentan con los compañeros de
banca, etc.
Como le llames la atención a un
alumno, te has asegurado la bronca sí o sí, son gallitos, pero jamás he visto
en este tramo actual que manden a ningún ineducado de esos a la calle. Se
vuelve a sentar y sigue bramando en voz entendible todo aquello que desea
despotricar. Apenas diga una palabra el profesor o profesora, el gallito sube
el tono y se ensalza de nuevo.
Si pretendemos ir hacia la
sociedad de los irresponsables, no hay que hacer muchos más esfuerzos porque
vamos de cabeza. Entren, compartan varios días de clase en cualquier centro
escolar y miren a su alrededor, es lo que hace falta para comprender. Hay mucha
gente diferente, con niveles de educación diferente, y lo último que desean los
profesores es indisponerse con nadie, porque no es el primer caso en el que
tras una reprimenda de un profesor, viene a hacerle una visita el padre de la
criatura a pegarle un par de hostias al docente. Esta salvajada, antes era
impensable, cómo se iba a desautorizar al maestro hace años. Los padres daban
su lugar al docente, se le respetaba, a pesar de que, en muchos casos, su
conducta se pasaba con los alumnos, los guantazos, los golpes con reglas de
madera, los castigos poniéndonos en posición de rodillas, etc., se producían
con demasiada frecuencia. Yo no abogo por un sistema tan rígido, eso para mí sí
es rigidez y abuso, pero tampoco por lo que estamos permitiendo hoy en día.
Mientras se imparten las clases
se dedican a hablar de fiestas, de copas, de bailes, de redes sociales, de
fotos colgadas en la red, de ropa comprada, de moda, de juegos en la red; digo
yo, que hay descansos entre clase y clase, o bien en el propio recreo para
hartarse de hablar de estos temas que tanto parecen interesar a los más
jóvenes. Esto lo hacen teniendo edades entre los veinte y los treinta años, una
edad formidable para no perder el tiempo y emplearlo en algo más provechoso,
palabra que parece no entender muchos de ellos.
Cuando quiero ver a un futuro
profesional serio y responsable, lo siento mucho, pero me cuesta. Serán porque
a base de años obtendrán la titulación, pero dónde está la base, los cimientos,
los principios, la educación. Comprendo que muchos estéis pensando que exagero,
que me paso de pesimismo, pues lo tenéis fácil, para el próximo curso se
matriculáis en algún grado superior de formación profesional y lo veis con
vuestros propios ojos, lo escucháis con vuestros propios oídos y lo sufrís con
vuestras propias cabezas.
Algunos no quieren estar en
clase, dicen estar porque les obligan sus padres, a pesar de sus edades. No se
han planteado lo que desean hacer en la vida, no tienen unas expectativas
claras, dejan pasar el tiempo en el matrix social, se dejan arrastrar y despilfarran
su tiempo, solo que al hacerlo molestan a los que desean hacer un aprovechamiento
de las clases.