Empezaría por preguntarme si
bloquear la ayuda humanitaria es querer más o menos a Venezuela, porque
Venezuela es la gente de allá, o ¿qué entendemos por amar un país, quizás, amar
al suelo, la tierra, los edificios, las calles? Todo en su conjunto nos podrá
gustar más o menos, pero hacer algo por un país, debe ser hacer algo por su
ciudadanía, no creo que esté diciendo un disparate.
Claro, si entra la ayuda
humanitaria es que el país rico en petróleo, al mismo tiempo, está en las
últimas cuando no tiene suficiente riqueza como para que su gente pueda comer,
vestir o tener medicamentos básicos para poder tratar las dolencias de las personas
que enferman. Si entra la ayuda humanitaria es reconocer tu inferioridad, tu
incapacidad para gobernar adecuadamente un país. Entonces, ¿es una estrategia del
actual gobernante, mantener tal nivel de deficiencia o pobreza?, ¿desea manejar
a la gente por el hambre?, ¿está castigando al pueblo y llevándole a la
desesperación por una estrategia que desconocemos?, ¿quiere al pueblo con los estómagos
vacíos y rendido a sus pies?, caben todas estas dudas, ¿no les parece?
A pesar de que el foco mediático
esté puesto en Venezuela por razones obvias, como ya dije en el anterior
escrito sobre el tema, me vuelvo a reiterar en que hay demasiadas zonas
deprimidas en el Planeta, sin que los medios martilleen nuestras cabezas a diario
en busca de una solución o, al menos, para remover las conciencias de todos y,
en especial, de los poderosos que se han hecho con las riendas de toda esta
locura de mundo desarrollado o primer mundo. De nuevo, un término que nos ha
sido dado para diferenciarnos y alejarnos de lo que entre todos estamos
construyendo: el clasismo, los de arriba y los de abajo, los que van por
delante y los rezagados, los que comen a diario y los que mueren por no comer.
Los que pasean en Porsche, Ferrari, Mercedes, Rolls Royce, etc., y los que ni
siquiera tienen sandalias para caminar. Los que se pasan media vida de
vacaciones tomando baños en el Caribe o en las piscinas climatizadas de los
complejos hoteleros de lujo, y aquellos que no tienen ni siquiera agua potable
que beber. Los que mandan a sus hijos perfectamente uniformados como si los
chicos fueran a asistir a una boda, y aquellos que no pueden ni tienen acceso a
la educación y, apenas, ropas con las que cubrir sus cuerpos. Por tanto, vuelvo
a preguntarme: ¿qué sucede con Venezuela que no esté ya sucediendo en buena
parte del mundo, pero que no debiera estar aconteciendo ni en un lado ni en el
otro? ¿Qué hace la humanidad para solventar esto, mandar camioncitos de ayuda?,
¿quién se beneficia de las ayudas, cuánta llega a los verdaderos necesitados?,
¿no es hora de poner en producción las zonas más pobres?, ¿se teme la competencia
de esas gentes o, acaso, se teme que se extingan los modernos esclavos?
Cuando se mantiene a personas
sumidas en esta esclavitud para poder pagarle con algo de pan y un plato de
mala comida, no se tiene corazón, no se es lo suficientemente humano, se es
cruel, se es un terrorista, se es un genocida. Que cada gobernante, y cada
persona con poder en el mundo, a la vista u oculto, se lo aplique a sí mismo,
que se aplique todos esos calificativos que he mencionado. Cuando los Estados
de unos y otros países autorizan ese nivel de infra vida es porque,
sencillamente, ignoran a las personas, ignoran a la humanidad, están
destruyendo el futuro de nuestra civilización, empeoran el avance, el progreso
y el desarrollo, están creando una pantalla o un telón, que mantienen bajado,
para que no se vea demasiado lo que ocurre al otro lado del mismo. En la
conciencia también están todas esas personas a las que excluyen estos
desaprensivos, estos asesinos. No podemos marchar ni ser plenamente felices si
vamos creando dolor y sufrimiento para poder andar. Solo cuando lo que nos
rodea es optimismo, el clima es optimista y nosotros nos contagiamos de esa
cualidad… igual con las demás cualidades.
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