Cuando se va un amigo y cruza el
puente que solo te permite transitarlo en una dirección, sabes que nunca más os
volveréis a ver o abrazar. Sabes que nunca más conversaréis de todos aquellos
temas que en vida habéis debatido y compartido. Cuando se va un amigo se habéis
dado el adiós definitivo, así que solo puedes recordarle como persona en tantas
ocasiones en las que habéis estado juntos.
La vida juega, está jugando, todo
está en pugna, la vida cambia, todo está cambiando, hace lo que tiene que hacer
y se transforma la existencia. A veces no se entiende qué hace la vida, por qué
suceden las desgracias, las desapariciones violentas, las enfermedades crueles,
pero al final, la vida se lleva a la vida por caminos que no comprendemos hasta
extinguirse u ocultarse de esta existencia.
No es dolor, es incomprensión, es
ausencia de la otra persona, es una mala pasada, es una despedida y no hay
marcha atrás, es lo que es. Hay dos momentos fuera de nuestro control: nacer y
morir, llegar a esta existencia o, partir de la misma. Nosotros decidimos dejar
los bastones hace algunos años, así que no nos sirven las explicaciones inexplicables,
no queremos ampararnos en dichos o costumbres, tampoco en lecturas, en lo que otros
dijeron; optamos por saber lo que sabemos por nosotros, por nuestra experiencia
consciente – lo he vivido conscientemente, si es así, me permito transmitirlo,
de lo contrario, no lo hago- Ese fue nuestro lema desde hace tiempo, cuando nos
dimos cuenta que ya había demasiados hablando desde los libros y desde lo que
habían escuchado.
Cuando alguien se va es porque su
vehículo se ha hecho incompatible con seguir marchando, por eso falla y se
para. Si estaba en tal mal estado, debiera ser motivo de alegría su libertad,
haberse librado de tan angustiosa situación. Debiera ser vivido con regocijo,
el descanso le alcanzó, ¿no es bastante para sentirnos bien?
Pasamos por aquí, hacemos lo que
sea que tengamos o podamos hacer, depende de cada uno de nosotros y de nuestras
circunstancias…, y partimos. La vida es una lucha hasta el final porque no la
estamos surfeando, no somos uno con la ola de la vida. La vida abre puertas
constantemente y nuestras mentes nos condicionan, igual que el miedo aprendido.
No nos han educado en la vida para ser más un espíritu de la vida, sentirnos el
pulso de la vida, ser vida, solo vida. Cuando nos quitemos casi todos los
condicionantes mentales nos estaremos acercando a la vida, nos estaremos
aproximando al centro de nosotros mismos, a la energía de vida que somos, al
centro de amor-felicidad que somos y desde el que es posible vivir. La vida,
tal vez, no sea la mejor sucursal para ganar dinero, sí para amar, sí para ser
felices, sí para sentirnos gozosos y libres, pero no cotiza en bolsa, no es objetivo
de los mercados, no sirve para especular y hacer fortunas monetarias, no es
impulsada por los mandatarios mundiales, no les interesa.
Ya solo queda despedirse, así lo
hago, recordando a mi amigo, deseando que transite hacia la luz, hacia el océano
de libertad, donde, tal vez, algún día nos encontraremos. Un fuerte abrazo a
toda su familia.
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