Esta mañana
mientras caminaba hacia el Instituto, en el deseo de que todos pudiéramos vivir
mejor, me asaltó a la cabeza la siguiente idea: por qué no se reparten los
beneficios en las empresas. Cuando yo era joven, en las empresas existía, si no
recuerdo mal, la paga de beneficios que se recibía allá por marzo, ésta como
las pagas extraordinarias se las han aniquilado, aquella porque no era
obligatoria, y éstas porque pícaramente las incluyeron como parte del pago
salarial mensual. Decían que las prorrateaban, pero entre compensaciones de
subidas anuales y enjuagues monetarios, las pagas solo se recuerdan porque en
las nóminas de los trabajadores hay un renglón o apartado donde se puede leer
prorrateo de pagas extraordinarias. Después llegó la estafa llamada crisis, el
agujero especulativo del sector financiero-bancario, su error y su avaricia los
tuvimos que socorrer con dinero público debido al arrodillamiento de los
gobiernos a esos mafiosos del capital. Eran malos tiempos y se efectuaron
recortes de todo tipo, incluidas las bajadas de los salarios de la gente
trabajadora, al tiempo que como nos han informado… estando tan mal las cosas,
fue tiempo que propició el nacimiento de muchos nuevos ricos. Como de costumbre
pagamos los de siempre, la clase humilde y trabajadora, principalmente la
población controlada por nóminas, bien, pues ha llegado el momento de plantear
otras cosas, es momento de atreverse a imaginar y proponer nuevas salidas que
vayan en la dirección de una mejor distribución de la riqueza. Es ahí donde
enlaza ese pensamiento que me abordó esta mañana… por qué no se hace una ley
que obligue a todos los empresarios a repartir la mitad de los beneficios de
sus empresas con sus plantillas de trabajadores. Entiendo, que una vez pagados
los gastos mensuales de la empresa, si se logran beneficios, estos se debieran
de repartir con los empleados en la proporción antes mencionada; o sea, la
mitad para el empresario y para innovar la empresa, la otra mitad, a partes
iguales para la plantilla, después de todo si se obtienen beneficios, a ello
contribuyen todos los empleados.
Cuando se habla de esto, sobretodo, los que están
más cercanos a los empresarios, de repente, niegan la mayor, ponen el grito en
el cielo y lanzan la pregunta típica: ¿quién expone su dinero?, algunos llegan
un poco más lejos y se atreven con una segunda pregunta que arrojan al viento:
¿qué ponen los empleados? Los trabajadores ponen su esfuerzo, su valioso e
irrepetible tiempo, en algunos casos su salud y su vida, muchos pagan con su
vida o con una enfermedad crónica por llevar un poco de dinero a su casa para
que pueda vivir su familia. Si un empresario invierte pero no encuentra
empleados que le ayuden a realizar la pretendida actividad empresarial, ese
dinero no generará dinero alguno… la mano de obra de las personas es
fundamental para hacer que la empresa esté viva y genere riqueza, pero un
salario que apenas te deja llegar a fin de mes no creo que sea una compensación
suficiente para nadie. Un mísero sueldo no contenta ni hace que la gente se
implique con la organización. Es necesario que se aborde el auténtico reparto
de la riqueza que en común y en equipo se obtiene. Como punto de partida está
bien que todos, incluido el jefe, tengan su salario, y cuando se paguen los
gastos, mes a mes, sin trampas contables ni juegos trileros que hagan
desaparecer cifras y billetes, se reparta la mitad de las ganancias con los
empleados de las empresas. Si la gente gana dinero la economía se aviva, la
gente gasta más, la industria produce más para satisfacer esa mayor demanda. La
gente se siente más alegre y, seguramente, los trabajadores aprecien más su
medio de ganarse la vida, y si no hacen lo que más le gusta en su rutina
laboral, al menos, se sentirán mejor con lo que les ha tocado hacer sin el
miedo actual de saber que no podrán hacer frente a cualquier gasto extraordinario
que se les plantee.
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