Imagen: www.eldiario.es
Hoy se abren
las fronteras de España, las empresas que viven del turismo preparan sus cajas
registradoras y sus TPV para comenzar a facturar y cobrar, los medios lo
celebran, todas las autoridades relacionadas con el sector lo festejan. Ha
sonado un gong como pistoletazo de salida y le ha seguido los sones de los
platillos, todo está dispuesto para servir al turista y que éste se deje cuanto
más mejor. Hasta aquí, muy bien, como cada año de los que no tuvimos la
pandemia asechando, pero este año, por desgracia, es totalmente diferente
aunque quieran hacer lo mismo que otros años, dentro de esto que han dado en
llamar “normalidad o nueva normalidad”. Ya veremos, si nos ofrecen las cifras
de contagios y muertes reales, qué sucede tras las vacaciones estivales y todo
este tráfico de personas de un lugar a otro, de un país a otro. Los turistas
que sigan rellenando un papel, le tomen la temperatura y le echen un vistazo
ocular, las pruebas para qué las vamos a realizar, hay que dar toda la
facilidad al turista y al bicho para que se mueva, o si no cuando estén las
vacunas listas no va a haber comisiones y gran movida de dinero.
Sé que la tesitura
es compleja, pero las medidas para paliar y evitar los contagios son un tanto
extrañas, porcentajes de aforos en lugares cerrados, si entra una persona o dos
contagiadas aunque el aforo esté reducido al tanto por ciento que se haya
creído oportuno ¿no va a haber contagios, quién puede asegurarlo?, es evidente
que en cada lugar cerrado en el que se mueva una sola persona contagiada puede
hacer enfermar a varias otras. Las medidas no son nada seguras, no estamos
seguros y, mucho menos, cuando seamos visitados por centenares o miles de
personas procedentes de diferentes zonas del Planeta. Somos excepcionales, no
nos podemos mentalizar y actuar en consecuencia, tenemos que seguir con
nuestras vacaciones, tenemos que meternos en lugares cerrados con un montón de
personas a las que desconocemos, porque no podemos pasar sin la vida de
siempre, pero es que la situación es diferente, tenemos un agresor en las
calles y muchos corriendo para buscar la vacuna que les proporcione el pelotazo
mundial estratosférico. A pesar de todo, la gente quiere formar aglomeraciones
en las playas, en las terrazas de los bares, en los comedores de los hoteles,
en las salas de baile o discotecas. La gente sigue subiendo a autobuses, metros
y trenes, entrando en las salas de cine, haciendo botellones en explanadas,
colapsando las calles principales, los parques o los paseos de las ciudades; le
hemos perdido el respeto al bicho y tras el verano ya veremos qué sucede.
Sigo pensando
que ningún país ha investigado a fondo la procedencia de la pandemia, y lo
extraña que ha sido siempre la respuesta de China, amenazando a cualquier país
que manifestase su inquietud y deseo de recabar datos sobre el origen de la
misma. Casualmente, China está a punto de lanzar la primera vacuna contra el
COVID… allá se origina, se produce una debacle económica mundial, además de
llevarse por delante cantidad de miles de personas, muchas de ellas personas
mayores, y ahora están a punto de hacer el gran negocio del siglo; eso sí, sin
que se sepa qué lleva la vacuna, qué grado de inmunidad se puede adquirir,
cuáles son sus garantías, por cuánto tiempo… ¿y sus efectos secundarios? Creo
que nadie sabe nada, cómo van a dar respuestas a todas esas dudas que a
cualquiera se le puedan plantear. La gente lo que quiere es poner el brazo, que
le pinchen y sentirse, mentalmente, más segura, aunque realmente no pudiera ser
así.
A pesar de
toda esta incertidumbre por el desconocimiento, sin hacer responsable a nadie,
sin que nadie responda ante la humanidad, se abren las fronteras, se relajan
las medidas de seguridad, ¡que vivan los negocios!, ¡que viva el turismo!, y de
todo lo que pueda ocurrir de aquí en adelante ya veremos. De lo que sí podemos
estar seguros es de que todos esos cobardes que van cediendo ante las presiones
de unos y otros, no pagarán por las repercusiones de sus actos, porque este es
un país en el que los delincuentes de capas altas escapan a la acción de la justicia,
y cuando no escapan por el descaro de sus acciones, pasan unas mini vacaciones
encerrados para apaciguar al personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario