La nueva
normalidad pesa, acongoja, atemoriza en algunos casos, y vemos que nadie
investiga el origen, y si nadie va a la raíz del asunto, tal vez, el “spray”
repartidor de la infección nunca cese. Los países no pueden, ni deben
conformarse con las amenazas vertidas por los chinos acerca del endurecimiento
de las condiciones de mercado con los países que osen meter las narices para
investigar qué ha ocurrido, de dónde ha surgido el virus, quién lo ha
fabricado, qué sentido tiene esta guerra económica y de despoblación mundial.
Las muertes de
miles de personas salen baratas a los Estados mundiales que lo limitan todo al
dinero. El sentido humano, la razón de vivir como humanidad y como colectivo
vinculado los unos con los otros, pierde peso con el proceder de los malvados.
Los gobiernos aprovechan la situación para someter a sus poblaciones y volver
al feudalismo de señores y vasallos. ¿Habrá algo más feo que todos con el “bozal”
cubriendo sus rostros?, y como siempre la coacción de la espada de Damocles, la
sanción pertinente por no llevarlo. Así se imponen los Gobiernos, así se vuelve
a hacer lo que ellos quieran y no lo que dispongan los ciudadanos. Tal vez
tengamos que morirnos todos, quizás hubiéramos elegido eso, pero si es lo que hubiéramos
elegido nosotros, siempre le quedaría al que no esté conforme, hacer un
confinamiento tipo naufrago solitario en una isla. Aunque mis palabras puedan
parecer muy insensatas, estoy reclamando la libertad del ser humano a decidir
cómo quiere vivir. Estoy tratando de mostrar mi rebeldía contra el sistema corrupto
y opresor, siempre lo es, que no le engañen, lleva siglos haciendo lo que
quiere y dicta una minoría. Nos quieren y les servimos para ser las mulas y los
mulos de carga, los engranajes de una maquinaria que hacemos mover entre todos,
tomando cada uno una pequeña ración para que algunos se lleven una cacerola
llena de comida.
No entiendo
cómo seguimos apacibles, detenidos, achantados, sometidos, ante unos
legisladores inútiles de todos los bandos y colores. Esos han forjado un
sistema de corrupción y libertinaje, con vicios de muchos tipos que se pagan
con el dinero que es de todos, y el pueblo no se levanta contra esos ocupas de
las Instituciones, contra esos desalmados. Hay que alzar la voz mucho más,
porque esa gente tiene tapones en sus oídos, sobretodo, cuando se trata de
hacer un pequeño esfuerzo por escuchar a la ciudadanía. Sencillamente no les
interesan nuestras razones de vida, nuestro futuro, sino someternos al carril,
al sendero que lleva hacia donde a ellos les viene bien para conseguir sus
fines. Esto no es democracia, la palabra la venden y con decirlas cientos de
veces, tratan de apaciguar nuestra insatisfacción, nuestra pobreza, nuestra
indignación. En las próximas elecciones vayamos todos a poner un sobre en
blanco, sin papeleta en su interior, hablémosle a la cara, expresemos nuestro
rechazo a este sistema suyo de corrupción y delincuencia.
Esto nunca ha
sido política y nunca ha habido democracia, jamás ningún partido ha aceptado la
democracia, todos optan en cada elección a ser mayoría absoluta… ¡ordeno y
mando!, y eso es dictadura. Ningún partido acepta que el gobierno se forme con
políticos de todas las fuerzas votadas por la ciudadanía. Quieren gobernar
solos, no saben negociar ni hacer política, quieren hacer uso de sus leyes y
sus decretos para que aquí en España se haga lo que ellos quieran, y todos
tengamos que acatar sus normas. Eso ni es política, ni es democracia.
Ir a negociar
a la UE, es venir con una lección tomada de doma, se viene más dócil con los
poderes, se viene más endeudado y, como dice Sánchez, se apoya más a la
Monarquía… ¡valiente republicano de pacotilla! El monarca sigue de gira ¡vaya
veranito que lleva!, vuelta a España a gastos pagados tratando de caer bien a
la gente, pero es que el problema no es caer o no caer bien a la gente, sino
hacer un trabajo que repercuta directamente en el bienestar de la población. La
gente no come con discursos y fotos, la gente come cuando tiene trabajo. La
gente vive cuando no se le confina en un piso, sino que puede tener
esparcimiento, salir a caminar, a hacer deporte, a distraerse con los
escaparates, a tomar un café o cervezas con sus amigos o amigas, etc. Si el
peligro, según algunos sanitarios ya no está solo en las gotitas que salgan de
la boca al hablar, sino que está en el aire, qué arreglamos estando recluidos,
estamos expuestos de todos modos. Por qué tenemos que llevar mascarilla y
respirar varias horas el aire viciado que nosotros mismos expulsamos con cada
exhalación. Esto, dicen los que saben de la materia, acidifica nuestro
organismo, y cuando el medio es ácido, el campo es propicio para enfermar,
incluso gravemente.
La solución es
el negocio magnifico que se abre ante los ojos de ciertos laboratorios
vinculados a la industria del medicamento, la vacuna. La dosis por la que
muchos centros de investigación se están dando patadas en el culo por llegar
los primeros y comerse un gran trozo de la tarta. Normalmente, para poner en la
calle una vacuna con toda la fiabilidad necesaria, se requieren ocho o diez
años, según ciertos médicos que he podido escuchar en radio y televisión, ¿nos
vamos a fiar de una vacuna obtenida en un año?, que se vacunen delante de
nuestros ojos, en vivo, sin montajes de cámaras y cosas así, todos los
políticos, todas las autoridades mundiales, reyes, etc., y después seguiré pensándomelo.
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