Me quisiera centrar, en este
escrito, en un modo de actuar de mucha gente, es algo que vengo observando que
se repite con mucha frecuencia, más de la que sería recomendable, es casi una
constante; a ver si os suena: estamos con varias personas, una de ellas te
interpela, te pregunta algo, comienzas a responderle y, en cuestión de segundo,
cuando solo has empezado a responderle, se ha girado el que interpeló para
hablar de un tema diferente con otra persona.
Esto que digo es harto frecuente,
sucede cada día, con gente diferente y da que pensar. ¿Preguntan por
preguntar?, ¿Había verdadero interés en la respuesta?, yo diría que no; que
simplemente era un lance más de la dispersión que estamos sufriendo, del
centramiento en uno mismo y, a su vez, de la poca importancia de lo que nos
tengan que decir las otras personas, que no tomaron la iniciativa de hablar de
sus pareceres, sino que lo hicieron porque aquel que ahora no le atiende o
presta atención, le preguntó sobre algo. Como mínimo es algo raro.
Podíamos prolongar este hecho con
otro de igual o más frecuencia, diríamos que es tan corriente que casi no
merece pararse a destacarlo. Sin embargo, creo que es tan poco deseable como el
anterior, ahora me refiero a una situación que se da tanto en reunión con
varias personas, como en conversaciones entre dos personas; el hecho de
interrumpir sin llegar a dejar que la otra persona finalice su exposición.
Parece que tenemos prisa o que lo que dicen los demás no nos importa, o bien
que lo que tenemos que decir nosotros vale más o tiene que quedar por encima, como
vulgarmente se dice.
Similar a este último proceder
hay otro que se da en grupo, cuando estamos reunidos con varias personas,
que además de darse la interrupción, hablan tres, cuatro personas al mismo
tiempo, ¿alguien puede enterarse de algo? No existe el orden de las
intervenciones, el respeto hacia el que está en el uso de la palabra y, por
supuesto, no se practica la escucha activa sino todo lo contrario, hay tal algarabía
de voces que nadie se entera de nada o casi nada.
Al final han sido tres aspectos
de la comunicación o la conversación a los que me he referido, que de algún
modo todos sufrimos a diario, que deberíamos de cuidar un poco más para que
conversar fuera más enriquecedor para todos, más cómodo y relajado el
practicarlo. Es cuestión de tener espera, de conversar de un modo educado, con
respeto hacia los demás e interés por lo que tengan que decir.
A muchos les cuesta aceptar el
punto de vista del otro, pero aún así tendrá que respetarle y cuando llegue su
turno que le rebata exponiendo su punto de vista del asunto; discrepar no es
malo, enriquece el contenido del debate, pero las formas hay que guardarlas, el
respeto no se puede perder y con comportamientos como los expuestos, por otro
lado tan normales para muchos, se falta al respeto de otras personas.
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