La sociedad es cada día más
prohibitiva, en el sentido de que intenta regularlo todo, dictar normas de
comportamiento o uso, también prohíbe o restringe la libertad de las personas.
La sociedad tiene la manía de clasificarlo todo, también trata de clasificarnos
a los ciudadanos.
La sociedad habla de
biodiversidad, de antirracismo, pero al mismo tiempo condena ciertos modelos o
dictamina que algunas personas son ilegales en un país. Hay un punto de
incoherencia e incomprensión con ciertos colectivos, con ciertas personas que
representan ciertos modelos, por eso habla de buena imagen, por ejemplo, es
entonces cuando “normaliza” o estandariza, tiende a una homogeneización, omitiendo
el respeto hacia lo que es diferente.
Se dice que es muy difícil hacer
las cosas a gusto de todos, es cierto, pero no basta con dictar lo que a una
estricta minoría, que son los legisladores, les parece bien, para que el resto
de los ciudadanos nos tengamos que someter. Habrá que buscar la forma, la
manera de satisfacer a todos, pero esto aterroriza porque es el principio de
libertad, de anarquía, pero una conducta que se hace imposible mantener sin el
respeto colectivo e individual implícito en la acción misma. Digo, que la masa
ha de ser respetuosa con el individuo y este, del mismo modo y al mismo tiempo,
lo ha de ser con la masa o colectivo.
Siempre que se trata un tema del
que participe el ser humano, el problema es, precisamente el ser humano, el
problema y la solución hay que centrarlos en este; no hay ningún otro
responsable de cómo vive o de lo que le sucede. Solo un progreso del ser
humano, repercute en si mismo, por eso se hace necesario un salto cualitativo,
que aunque sea pequeño, por eso no nombro la cantidad, le haga reaccionar
mentalmente y lo que es más importante, a nivel de su conciencia.
Cuando los seres humanos
entendamos que la vida es la misma para todos los seres vivos, que todos
tenemos los mismos derechos y obligaciones, que nos debemos respeto, que
tendríamos que amarnos y, que deberíamos marchar, simbólicamente, como si estuviéramos
cogidos de la mano, en términos de colaboración con nuestro crecimiento como
humanidad; será entonces cuando surja una nueva sociedad basada en principios
más ecuánimes y humanos para con todos los seres.
No hay otra, podéis llamarle como
queráis, si queréis podéis echar mano del tan socorrido recurso de la utopía,
me da igual; pero yo lo veo, lo siento así, y de lo que estoy convencido desde
mi yo profundo, difícilmente me harán dudar.
Todos tendríamos que vivir sin
que nos dictaran las pautas, porque deberíamos ser lo suficientemente
inteligentes, respetuosos, tolerantes, flexibles, comprensivos, compasivos,
amorosos, etc., como para que no necesitáramos a una minoría descentrada, como
ocurre en la actualidad, tratando de conducir a personas bajo la represión que
supone el libre albedrio con respeto, entiéndase, incumplimiento de las leyes
restrictivas por el mero convencimiento personal.
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