Casi todas las
personas, muchas personas, actúan diariamente para aprovecharse al máximo de lo
que esté sucediendo, de aquello en lo que estén involucradas, sea ético o no.
Hay una creencia muy extendida, por la que mucha gente piensa que esperar una
cola cuando te puedes colar… “porque muchos lo hacen”, es de tonto, para ellos,
solo esperamos los tontos, no los que respetamos a los demás. Hay cantidad de
gente que no cumple con las normas porque piensan que saltarlas es de listo,
además te lo expresan así, yo he sido testigo en varias ocasiones, por motivos
diversos. Si todo el mundo juega a ser más sinvergüenza que el que tiene al
lado estamos perdidos, esto se ha convertido en una rivalidad de golfos e
irresponsables al servicio de sí mismos, o sea, el prototipo de sociedad
egoísta que revienta tarde o temprano, o que al menos si avanza, lo hará con
grandes dificultades y por inercia, puesto que la población no estará empujando
hacia el mismo lado, hacia un fin común, sino hacia donde más interesa a cada
integrante.
Por qué somos
así, cuál es nuestra naturaleza, o ¿acaso es producto de una enseñanza, de una
educación impuesta por otros, aprendida por tanto?, me pregunto tantas cosas…
viendo el desaguisado en el que se ha convertido la sociedad. Todo es
mejorable, somos nosotros los que debemos mejorar, la sociedad, el mundo y
cualquier otra expresión que se nos ocurra emplear, es solo un sonido, una
palabra aplicada a lo que resulta de nuestro comportamiento y de la interacción
de unos con otros. En el fondo, todo es producto de nuestros actos, es por eso
que los actores deben cambiar y mejorar en pensamiento y obra para llegar a
alcanzar algo que sea diferente. El lema no puede seguir siendo: “alcanza todo
lo que puedas solo para ti”, no hay un esfuerzo que hacer para que tú y solo tú
seas el mejor en tu provecho. Si tienes la facilidad y las cualidades para ser
destacado es para que tu aportación beneficie a todo el conjunto, a ser
posible, por igual. Estamos para entregarnos a los demás, para colaborar con el
fin común de permanecer vivos y vivir lo mejor posible, pero hemos de poder
vivir todos de un modo similar, con las mismas posibilidades y oportunidades.
Entre todos podemos avanzar más, alcanzar más, hay que cambiar el sentido
impreso de competir por el de colaborar, acostumbrarnos a cooperar con los
demás con todo aquello que podamos aportar al fin común… llegar a ser felices
como sociedad, a no hacernos daño entre nosotros, a respetarnos, a importarnos
lo que le pueda suceder a los otros, e incluso, si me lo permiten, amar a los
demás. Una nueva sociedad es posible si primero el ser humano cambia. Es
necesario e imprescindible que eso suceda, tenemos capacidad para hacerlo,
podemos y debemos hacerlo, nuestra inteligencia y predisposición debería
interceder frente a la cantidad de distracción superflua existente en el
exterior y los mensajes y programas erróneos e interesados difundidos desde
hace años con el nacimiento del capitalismo despiadado, deshumanizado y sin
valores. Ese capitalismo, que posibilita que gran parte de la riqueza mundial
esté en manos de unas pocas familias poderosas, solo tiene una meta: dirigir el
mundo, dirigir la vida de las personas, mantenernos en donde a ellas les
interesa y seguir generando riqueza y atesorando poder a cambio de una
explotación simulada del resto de la población mundial trabajadora.
Poner de
acuerdo a miles de millones de personas es imposible, no nos queda más remedio
que darnos cuenta que todos los problemas mundiales, de nuestro país, de
nuestra ciudad, que la televisión y el resto de los medios de comunicación nos
acercan, tienen solución si cambiamos, desde el fondo de cada uno de nosotros,
nuestra forma de actuar, pero porque previamente hayamos sido capaces de darnos
cuenta del error, de esas otras capacidades a las que he aludido con
anterioridad y las fomentamos, apartándonos del egoísmo, de la violencia, de la
rivalidad, de la irresponsabilidad, de la falta de respeto, etc. Justo desde
ese mismo momento, la gente dejará de hacer daño a sus semejantes… ¡piénsenlo! Los
problemas de desunión y contienda contra los demás no se van a solucionar
endureciendo las leyes, con la represión, pues en los momentos de exaltación máxima
la gente no va a tener presente las repercusiones de sus actos. Lo que se debe
evitar, por convencimiento y valores, es llegar a ese punto de no retorno y
descontrol… “el otro me importa, quiero para él lo que deseo para mí y, además,
le amo”, cómo le voy a hacer daño, colaboremos en solucionar las diferencias de
interpretación de lo que está ocurriendo. Si no vamos a por una sociedad así,
estamos perdidos, y para ello es necesario el cambio del ser humano tal como
está programado hoy por el entorno de poder. Si no te das cuenta de que estás
programado, jamás vas a hacer nada por desprogramarte.
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