Llevaba unos
días sin escribir por falta de tiempo, pero las imágenes patéticas sobre los
conflictos en Cataluña estaban entrando en casa, como lo hacen en todas las
vuestras. Unos salvajes recorren las calles y plazas de las diferentes ciudades
catalanas arrasando todo cuanto encuentran a su paso, prendiéndole fuego,
rompiéndolo, destrozándolo, poniendo en peligro a las personas y sus
propiedades. Levantan acerados para apedrear a los policías, rompen
escaparates, paradas de autobuses, arrancan señales de tráfico, prenden coches,
motos, contenedores y dejan en la mitad de las calles y carreteras todo tipo de
materiales, incluso casetas de obra, que
cualquiera sabrá desde donde las arrastran para impedir el paso de los
cuerpos de seguridad y hacer que se hable de ellos y de ningún otro problema
que nos pueda afectar al resto de los españoles. Digo, al resto de los
españoles, porque ellos también lo son además de catalanes, como otros somos
españoles y andaluces, vascos y españoles, maños y españoles, valencianos y
españoles, etc., si no lo quieren, que hubieran nacido fuera del territorio
nacional. Es solo cuestión de la casualidad, pero no se puede negar lo
evidente, otra cosa es que cada cual se sienta más identificado con su región
que con el territorio nacional, y lo sienta más o menos, lo quiera más o menos;
pero es que esa gente, además de no ser de Cataluña más de la mitad, han venido
de otros países a apuntarse a una “guerrilla” que a ellos ni les va ni les
viene, no quieren a Cataluña, la están destrozando físicamente, vienen a crear miedo,
están deteriorando económicamente la región, están paralizando la actividad, la
empobrecen, han acabado momentáneamente con la fuente económica del turismo, la
gente no puede llegar a su trabajo, bloquean el transporte y la movilidad de
cualquier signo… ¡eso no es querer a Cataluña, ni a su gente!
Nada justifica
la violencia ni en un sentido ni en otro, tenemos un cerebro para pensar y una
boca para hablar, así como una supuesta inteligencia que debiera hacer posible
el entendimiento de las partes. Prohibir no es una solución y, destrozar
tampoco lo es, escuchar la voz de los ciudadanos siempre será un signo sano de
democracia, somos los ciudadanos los que debemos tener la voz siempre y si ello
conlleva a que se deba preguntar a ellos, habrá que hacerlo. Hacer un referéndum
nunca debiera ser un acto ilegal ni penado, no hay un acto más directo que
represente el hacer democrático, que escuchar lo que tiene que decir el pueblo
acerca de un tema determinado. Esto no lo han entendido la mayoría de los
políticos españoles, tampoco muchos de los políticos catalanes. No hay que
tener miedo a los resultados de las urnas ¿mandan o no mandan los ciudadanos?,
¿hay o no, democracia?, es que no se puede seguir guiados por una Constitución
que viene nacida de una dictadura, con una carga o herencia fuerte de la misma,
hay que modificar las leyes para que tenga cabida lo que los ciudadanos
quieren. El poder no lo puede tener una ley antigua sino el deseo manifiesto de
la ciudadanía, y para ello ante la irritación de esta, hay que oírla y tomar medida
para que sus deseos se lleven a cabo, llegados a este punto volvería a repetir:
¿mandan o no mandan los ciudadanos?, ¿hay o no, democracia?
Los medios,
como cada vez que hay miseria como la que sucede en estos momentos en Cataluña,
contentísimos, se valen del morbo, de las situaciones violentas, del relato de
la desgracia, y a eso, no dicho de paso, sino recreándose en el desastre y la
devastación, dedican horas y horas de emisión, hacen programas monográficos
para emitir horas de negatividad que reparten como el que está repartiendo
caramelos a la puerta de un colegio. Bastaría con decir en un informativo que
siguen los incidentes en Cataluña, pero los poderosos, dueños de las
principales cadenas televisivas de España sabrán el por qué, las ventajas que
proporciona verter tanta mierda sobre las cabezas de la ciudadanía.
Los de la
derecha, con cierta maldad, antes de que se diera a conocer la sentencia del
procés, ya estaban difundiendo que tienen que cumplir la condena integra, que
nos le fueran a indultar, etc., ninguno piensa en las familias de los políticos
condenados y en sus hijos, solo en privarles de libertad porque dieron, según
ellos, un golpe de Estado, ¿hemos cambiado de gobernante?, tal vez yo no me he
enterado. Se ha querido, desde mi opinión, dar un castigo ejemplarizante a esos
políticos catalanes por desobedecer las leyes viejas de España y obedecer a los
mandatos del pueblo catalán. Ya sé que sacaron mayoría en escaños y no en
votos, pero ¿acaso no es igual en cada elección española con la injusta ley
electoral vigente?, ¿no sucede igual en las elecciones nacionales, no favorecen
los escaños con respecto a los votos obtenidos a PP y PSOE? Lo de
las letras grises no es casualidad, desde mi punto de vista, perdieron la
condición de socialistas y la de obreros hace tiempo.
Para concluir,
lo que sucede en Cataluña no es de recibo, pero no escuchar al pueblo catalán,
tampoco lo es, y no ser capaces de llegar a una solución pactada, mucho menos. Querer
conseguir las cosas por la fuerza solo genera violencia, no es el camino.
Volveré a repetirme, como vengo haciendo desde que lo hice mío, me llegó, lo
sentí… todo se arreglaría si cada cual llegara al siguiente convencimiento:
- Me importa lo que le suceda a los demás.
- Deseo para los demás, lo mismo que quiero para mí.
- Amo a los demás.
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