Unidos por la vida, distanciados
por los egos, así transitamos este pasaje existencial. Es crucial, necesario,
ineludible vivirlo relacionándose en mayor o menor medida, pues nadie puede
prescindir de todas las relaciones, aunque si pueda hacerlo de algunas.
Que difícil es a veces
comprenderse cuando todos sentimos estar en lo cierto, cuando nadie quiere o se
atreve a dar un primer paso para solventar las desavenencias, o bien dar un
paso atrás para dejar un mayor espacio al otro.
Por qué nos cuesta tanto
reconocer nuestros errores, por qué pretendemos destacar, aparentar, mostrarnos
como no somos, siempre tratando de mostrarnos diferentes y mejores de lo que
somos. Por qué somos incoherentes, y nos engañamos, al mismo tiempo que
mentimos a otros.
¡Que complicado es darse cuenta
de que uno se ha subido a una torre imaginaria! No hay torre ni uno está en las
alturas, sino que aún no ha salido de la mediocridad, es por eso que se le hace
necesario el estilo despectivo, soberbio o prepotente.
Cuando no se puede simplificar la
vida como para establecer una relación abierta, disponible a los demás, y todo
son rigideces, es que se está atascado en el darse importancia y en algún
problema personal.
La humildad, la sencillez, el
amor y el quitar el pie del acelerador, para dejar pasar al otro, son valores
de la persona que tiene en consideración al otro, que no se tiene que defender,
que no trata de imponer, y que no tiene el propósito de ocupar todo el espacio
posible en detrimento del otro. Le basta con lo que es y con su integración en
el todo.
Tal vez esté equivocado pero creo
en las relaciones desde el corazón, desde la consideración, desde el respeto
que suaviza el trato en la relación. Creo en la verdad a pesar de que pueda
haber una interpretación de la misma en posesión de cada persona. No obstante,
estas son versiones subjetivas de la verdad, pues la verdad siempre será una.
Poniendo cada uno de nuestra
parte la interacción se optimiza en cada acto, porque es una oportunidad para
ver, comprender y actuar. En el trato con los demás se ponen de manifiesto las
asperezas de los temas no resueltos con uno mismo. Se repiten las actitudes de
unos y otros, así como se brindan las ocasiones para aprender y modelar:
pensamientos, y acciones. A pesar de ello, se puede observar como hay ciertas
personas que repiten constantemente los mismos programas aprendidos, dando como
resultado las mismas ejecuciones. Es como si no vieran, como si no aprendieran,
como si no se propusieran cambiar aunque los resultados obtenidos puedan ser
desagradables y repetitivos.
Es una sensación incomoda,
desagradable, tanto para el actor como para el observador, porque ambos se
encuentran inmersos en la acción, y se ven afectados por la misma. Según sean
los patrones de unos y otros, unos ceden y otros avanzan, pero si a cada cual
le toca siempre hacer el mismo papel, generalmente el pasivo, el que evita el
conflicto, el que se calla su molestia, parece que se retira llevando una carga
encima que le ha lanzado el otro en su avance.
Las relaciones desde la
subjetividad, desde la interpretación y calificación, siempre van a ser
complicadas. Tendremos que proponernos, cada uno, ascender a otro nivel.
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