España tiene
que parar y como si fuera una casa o una empresa bien administrada, ha de
buscar el equilibrio entre los ingresos y los gastos, pero no como viene haciéndolo.
Los recortes en bienestar y cosas necesarias como la sanidad, la educación, la
dependencia y todas esas líneas rojas que el “ingobierno” actual dijo no tocarían,
ahí no es el sitio donde rebajar gastos. Hay que estudiar a conciencia en las
duplicidades, en la cantidad de cargos dados a dedo en las diferentes empresas
públicas, en reducir el número de políticos, de coches oficiales, de
guardaespaldas, de asesores, de despachos de 400 m², como han dicho tenía el
del delincuente Jordi Pujol. Gente del Senado que no pinta nada y parece que lo
mismo sucede con las diputaciones, las pensiones vitalicias de los ex
presidentes y altos cargos, todo esto tiene que desaparecer, todos debemos
regirnos por normas similares.
Los que ya han
gobernado, tuvieron la ocasión de enmendar la plana, pudieron cambiar las leyes
de los privilegios y mamandurrias, pero no lo hicieron. Ahora se rasgan las
vestiduras y defienden todo lo contrario a cuando gobernaban, protestan en
contra de aquello que ellos mismos permitieron y que está porque no
rectificaron, porque no cambiaron nada y porque han dejado que todas esas
ventajas se prolongaran en el tiempo. Ahora juegan al tú más, a culpar a los
que están en el “ingobierno” y no es que no tengan razón para hacerlo pues la
gestión no puede ser más pésima, pero que hubieran cambiado las leyes cuando
gobernaban.
España
necesita que se le de la vuelta a la tortilla y cuando algunos hablan con
sentido común y ponen de manifiesto las salvajadas que los gobiernos anteriores
han cometido haciendo uso de un abuso de poder, se tiran de los pelos, se ponen
nerviosos e insultan, se quedan sin argumentos, gritan e infunden miedo a la ciudadanía.
Claro que hay que parar la inercia corrupta del sistema actual, claro que hay
que pedir responsabilidades a los que nos han llevado a la situación que padece
el país. Claro que hay que auditar la deuda, a ver a donde han ido los dineros,
cómo y por qué. A ver cuánto nos corresponde pagar al conjunto de los
ciudadanos y cuanto han de pagar los culpables de la estafa llamada crisis. A
ver quiénes tendrán que reponer la cantidad de millones que les han inyectado a
la banca, empresas privadas, porque la banca tenía cogida por los huevos a los
partidos que gobernaban. Claro, es que tenían que hacer una campaña más
espectacular que la del vecino y se endeudaron masivamente o como ellos han
dado en llamar: por encima de sus posibilidades y les debían favores a sus
amigos los banqueros.
Todo este show
es un disparate que huele a catástrofe nacional, una catástrofe que están
tratando de maquillar, un enfermo en la UCI con respiración asistida, entubado
y en estado muy grave, aunque se vanaglorien de que España no ha sido
intervenida, pues ya me dirán si estar al dictado de Europa, es estar intervenido o no lo es.
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