Hace unos días un ciclista, que
parecía tener demasiada prisa, casi me atropella al cruzar el carril bici por
un paso de peatones. Afortunadamente, solo se quedó en el susto y no sufrí daño
alguno, pero repasé mentalmente lo sucedido y comprendí con qué facilidad se
puede atropellar a una persona, si el ciclista va a su bola y a toda velocidad.
Acababa de cruzar una vía con el semáforo en verde para los peatones, y a
continuación, al incorporarme a la acera, estaba el carril bici atravesado por
las bandas blancas pintadas en el suelo, o sea, que no estaba cruzando por
cualquier lado y, lógicamente, no estaríamos hablando de nada. Sin embargo,
aquel ciclista salió de la nada, al menos para mí, y casi me arrolla, escuché
el timbre, paré en seco y pasó la bici a menos de un palmo de mí como una
exhalación.
Por qué me detengo en este común
incidente,… porque es una pena que este medio de transporte, de hacer deporte,
tan ecológico, tan bonito, económico y libre, tenga que ser perseguido por la
Administración y grabado con ciertas normas que incomoden o cuesten dinero a
sus usuarios, a consecuencia del mal uso que hagan algunos de esta libertad de
movimiento, en el que todavía no ha hincado el diente el afán recaudatorio de
ciertas empresas e Instituciones. Lo defiendo a pesar de que por el momento no
soy usuario de este medio de locomoción, que ya me gustaría. Vivo en las afueras
de la ciudad y no me es fácil incorporarlo a mi vivir diario, repito, que ya me
gustaría. Pasear en bici, o ir a tu trabajo por este medio tan saludable,
limpio y económico es todo un privilegio, pero si no se cuidan las formas y se
cultiva el respeto hacia los demás, tarde o temprano los buitres contraatacarán
y pondrán fin a este oasis de libertad.
Los patinetes tampoco ayudan
mucho a conservar este derecho adquirido, transitan a bastante velocidad
también, y no digamos de aquellos: ciclistas y usuarios de patinetes eléctricos
que discurriendo una vía para bicis a su lado, circulan por las aceras; lo peor
de todo es cuando lo hacen pareciendo que son ellos los que tuvieran todo el
derecho frente al peatón que camina tranquilamente por la acera. Silban para
avisar y que nos apartemos, nos bronquean si no estuvimos atentos a sus señales
acústicas, casi nos arrollan, nos miran mal cuando son ellos los que circulan
por la acera y no por el carril bici.
Como siempre sucede, cuando
lleguen las ordenanzas y las obligaciones, todos se quejarán y pagarán justos
por pecadores. Eso sucede porque siempre hay quienes no saben convivir con los
demás, quienes no respetan las normas ni a las personas. Esas mismas gentes serán
los culpables de que las autoridades pongan los ojos y la pluma en esas formas
divertidas, sencillas y económicas de trasladarse. El caminante es anterior a
que se cediera parte de la acera para que otras personas con otras necesidades
pudieran satisfacerlas, y eso está bien, pero aprendamos todos a convivir sin
ponernos en peligro los unos a los otros, sin hacernos la vida más molesta, y
que cada uno podamos disfrutar de lo que queramos… ¡habrá algo más bonito!
No hay comentarios:
Publicar un comentario