¡Que viene el
coco!, vociferan ante los micrófonos y a los cuatro vientos. Hay que hacer que
los ciudadanos teman cambiar. Hay que asustar con la vil verborrea para que las
personas de bien y con sentido común, no tengan, ni siquiera, la oportunidad de
pararse a pensar por si mismo sobre el cambio que se avecina, casi
irremediable; en gran manera propiciado por el desastre organizado y orquestado
por los actuales, que ya no me digno ni a nombrar.
¡Que viene el
coco!, ¡que quieren convertir España en una Venezuela, en una Bolivia o en una
Cuba cualquiera!, ¡cuidado que nos lo van a quitar todo!, ¡vienen a fracturar
España, vienen a liberar a los etarras! y, cuántas tonterías más nos quedan que
oír. El coco llegó hace tres años y nos ha dejado en ropa interior a los que
antes vestíamos, los que antes ya estaban un poco desvestidos, los han dejado
en pelotas picadas, sin trabajo, sin ingresos, sin vivienda y con una deuda
pendiente de saldar.
El coco llegó
el 20 de Noviembre de 2011, engañando a casi once millones de votantes,
presentando un programa incumplido casi en su totalidad, sabiendo lo que había
por ser el primer partido de la oposición hasta entonces y amparándose en la
herencia recibida. Haciéndose el sordo y el loco, agarrando el sillón, llevándoselo
calentito y los tres millones de puestos de trabajo que tenía en el bolsillo,
nadie los ha visto. ¿No serán trescientos mil corruptos en lugar de puestos de
trabajos?
Si nadie les
da pie, ellos entran solos, ellos no pueden hablar de ningún tema sin nombrar o
referirse a PODEMOS y es que ellos prefieren hablar de Venezuela, Bolivia o
Cuba antes que de los problemas que tenemos en España y de sus posibles
soluciones. No tienen soluciones si no se las dictan desde arriba, pero no
desde el alto celestial sino desde Alemania y sus proximidades. No tienen
proyecto propio que no pase por medidas copiadas de las que antes tacharon de
populistas y, que ahora quieren ir aplicando porque se están quedando a la cola
de las estadísticas de intención de votos de los ciudadanos.
Son falsos,
muy falsos, los unos y los otros; ya saben, los que tantas cosas han votado en
conjunto, a favor de los poderes monetarios y en contra de los derechos y el
bienestar de los ciudadanos. El nuevo, el joven, el del vaquero, antes estaba
en comisiones que votaron en esa dirección y ahora dice que todo va a cambiar,
que se confundieron. Cuando gobernaban hacían unas cosas y en la oposición
defienden las contrarias, ¿esto cómo se digiere? El tiempo de los del bipartidismo
se acabó, tanto unos como los otros han gobernado suficiente tiempo como para
haber puesto las cosas en su sitio, como para haber desarrollado una España
industrial, productiva y fuerte económicamente, que no estuviera a merced de
los bancos; pero prefirieron bailar al son que les tocaban, no tuvieron carácter
propio ni suficiente amor hacia los ciudadanos de este país. Ya solo les queda
alarmar: ¡Que viene el coco!
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