Hay demasiada gente trabajando
sin sentirse integrada en su empresa y sin amar lo que hace, que solo acude
cada día a hacer lo mínimo que su empresa le tolere, con tal de llevarse las
perras. Esto es una desgracia para las personas que lo padecen, que no son
otras que los mismos trabajadores, los empresarios y los clientes o usuarios
que consuman bienes o servicios de esas empresas, puesto que la calidad del
producto o el servicio de que se trate se verá afectado de esa falta de
motivación en el trabajo.
Voy a comenzar por citar algo que
he visto en varias ocasiones, me refiero a la empresa pública de limpieza de
calles LIPASAM. He observado que se desplazan dos personas, una saca una
desbrozadora del vehículo, se pone los EPIs y comienza a trabajar. La otra
persona es el conductor, se baja y saca el móvil para llevarse media mañana
jugando con él. La calle, además de hierbas silvestres, está llena de hojas caídas
de los árboles así como de bastantes cacas de perros, pero eso parece no ser
motivo suficiente para que esa otra persona que juega con su móvil, coja
herramientas y desee dar la mejor impresión a la ciudadanía, para que quiera
dejar en el mejor lugar posible a su empresa y deje, al irse, una calle por la
que dé gusto pasear… seguramente dirá que su función como conductor es llevar a
su compañero al tajo, como si aquel no supiera conducir, ¿por qué la empresa
pública permite que unos trabajen, mientras otros solo conducen un poco y
juegan o pierden el tiempo a destajo?
No es ese un caso aislado, por
aprovechar el término que acuñaron los que tanto nos han robado en los últimos
años, el caso citado es real presenciado por mí. Ayer se volvió a repetir:
coche de LIPASAM, una persona rodillo en mano pintando la pared de un instituto
de Sevilla, tratando de hacer desaparecer unas pintadas realizadas sobre la
misma, y un compañero “conductor”, supongo, recostado en una barandilla, móvil
en mano, parece ser el deporte nacional de la vagancia, sin hacer nada y la
calle intransitable de hojas y otras cosas desprendidas de los árboles de la
zona, que por cierto hay muchos. No faltaban a pocos metros de donde estaban
esos trabajadores de LIPASAM, varias latas y botellas por los suelos. Es por
ello, que al instante me di cuenta que falta amor hacia su profesión,
integración en su empresa, profesionalidad, deseo de ofrecer lo mejor, y lo que
si hay es, demasiada vagancia.
Todos tenemos o casi todos
tenemos carnet de conducir, no hace falta que en los trabajos nos tengan que
llevar, o que se tengan que pagar salarios solo por conducir un rato cada día,
¿se imaginan que al vendedor de una empresa le tuvieran que poner un chofer
para ir a visitar a sus clientes?, sin embargo, en el asunto público sí que hay
mucho de eso, por ejemplo el chofer para llevar al médico a hacer las
urgencias, el chofer de las ambulancias, el chofer de los políticos, etc. El
que tenga carnet de conducir que conduzca, pero que cuando llegue al tajo, que
trabaje, que haga algo como sus compañeros, que adecente las calles, que en
este tiempo en el que todo florece y donde tanta vida se manifiesta, es
necesario trabajar para tener una ciudad presentable. No podemos caminar casi
sin ver ninguna losa del suelo porque todas, o casi todas, están cubiertas de porquería,
amén de los botes, las bolsas de gusanitos, los tetrabriks típicos o las
botellas de cerveza.
Si cada uno de nosotros diera lo
mejor de sí porque deseáramos satisfacer a los demás, seguro que nuestro día a
día podría ser muy diferente… por algo se empieza.
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