Dicen que le dan una nueva
oportunidad a la democracia, pero lo que persiguen, los que consigan la mayoría,
es el poder de hacer con la sociedad española lo que quieran. Eso es democracia
para los ciegos de la democracia, una mayoría de la minoría que vota, que trata
de imponer sus normas a la gran mayoría que somos los demás votantes o no
votantes; porque no son mejores los que votamos que los que no votan, quizás,
los otros en su derecho a no votar lleven razón, y somos los demás los que no
les entendemos. Tal vez signifique una protesta que no sepamos interpretar, lo
cierto es que las formas con las que se tratan entre sí los de la camarilla
política dejan mucho que desear desde hace años… se odian, se sienten rivales,
si les valiera, los quitaban de en medio para, una vez solos, hacer lo que les
viniera en ganas.
El veintiséis vamos a votar
colores y palabras que se llevan el viento, la mayoría de las veces. Así son la
gran parte de los aspirantes al sillón del poder… no sé a dónde vamos a llegar
en este campo de mentiras y egoísmo. Hay odio aunque lo enmascaren o disfracen,
solo hay que ver como se han tirado lanzas envenenadas para que los que fueron
sacados unas horas de la cárcel, sin tener ninguna condena de nada, al menos de
momento, volvieran a las celdas. Vi a esas personas caminar por el hemiciclo e irónicamente
me dije: “¡qué pinta de asesinos y de gente peligrosa tienen esas personas!”.
Algunos no vivían, no podían hacerlo porque esos cuatro o cinco políticos
catalanes estaban compartiendo espacio con ellos. Si les hubiera valido, les
hubieran sacado a patadas del Congreso de los Diputados… ¡qué odio!
De nuevo a gastar pasta pública y
rentabilidad para la caja de los partidos políticos… ¡no es mal sistema este!,
¡no lo tienen mal montado!, es lógico, no dan más de sí… sistema a su imagen y
semejanza. El bicho es egoísta… sistema egoísta, no hay otra. Albergan odio…
solo pueden repartir de lo que llevan dentro. Ignoran aquello de la
colaboración, la cooperación y el respeto a los demás. Destruyen más que
construyen, no saben, no piensan en el prójimo, no les tienen en consideración,
no importa dañar, arremeter, no se conoce otra cosa y se envuelven en las
banderas patrióticas personalizadas que evitan la pluralidad y la diversidad.
Lo he dicho muchas veces, estoy
convencido de ello, se puede hacer más democracia con representación a partes
iguales, dentro de la cámara, de todas las fuerzas políticas diferentes; y para
que esto no sea el circo en el que cualquiera funda un partido con tal de meter
la cabeza, que se deje de pagar a los que quieran ser políticos, han de ser
cargos vocacionales y voluntarios, complementarios a sus principales trabajos
que deben ser los que aporten el sustento de esos patriotas amantes de sus ciudades
y de sus pueblos. Hasta que se deje de verter la miel, no se irán las abejas, o
hasta que no se deje de esparcir la mierda, no se irán las moscas. Cada cual a
trabajar y a producir, que en un par de horas al día se marcan las directrices
del país, para currar ya pagamos a los funcionarios, ¿cuántas duplicidades
tenemos que mantener?, que nos contesten los patriotas-saqueadores, esos mismos
que han debido haber visto estupendamente que nos saquearan y vaciaran la hucha
de las pensiones, o nos rescatara Europa y nos endeudásemos, con tal de regalar
miles de millones de euros a los bancos; cantidad que ninguno de esos mueve un
dedo para recuperar, ¿de la misma forma regalan su dinero en sus vidas
privadas?... pues ya saben lo que tenemos y quiénes son los que nos marcan las
normas en este país… ¡hala a votar!
Si un político coge un micro y
fundamenta su mitin en lo mal que lo hace el otro, es que ese político no tiene
ningún proyecto para la ciudadanía española. Cada palabra que saliera de la
boca de un político honesto y amante de su país y de la gente que en él viven, debería
ser para proponer mejoras para la población, y explicaciones de cómo es posible
alcanzar esa prosperidad. Cuando alguien defiende solo lo suyo, sin
flexibilidad para incorporar las buenas ideas de los otros porque son de otro
color, irremediablemente llega un momento en el que se tiene que enfrentar a
los otros, a los que defienden pareceres distintos. Sucede cada día… ¡vamos mal,
hala a votar!
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