No sé si muchos padres son
conscientes de que sus hijos o hijas van sorteando cursos, porque lo que hace
un buen número de estudiantes no es estudiar, precisamente, sino derrochar
miserablemente su tiempo. Digo que sortean cursos porque no dan un palo al
agua, pero se encuentran a su favor con el beneplácito de la cifra política de
aprobados a la que se ven forzados los profesores ante la presión que reciben
del ente público. Los profesores de vuestros hijos tienen la obligación de
aprobar a gente que no tiene por qué pasar de curso, porque sinceramente no se
lo merece. No estudian, acuden a clase con irregularidad, casi nunca hacen las
actividades, son conflictivos, ruidosos, interrumpen las clases mucho más de lo
que sería deseable y están casi siempre en el límite de lo que es un
comportamiento irrespetuoso. Todo lo que no logran aprobar, que es mucho,
tratan de compensarlo elevando la voz y bronqueando a todos los profesores, cohibiéndoles,
engañándoles y forzándoles a que les aprueben.
Si no lo creen, soliciten plaza
para el curso que viene en cualquier instituto y véanlo con sus propios ojos.
Hay que estar encima de los hijos, hay que dialogar más con ellos. Hay que
conocer qué tipo de vida están llevando, con quiénes se reúnen, a dónde suelen
ir, a qué hora vuelven y en qué estado lo hacen. Hay que exigirles
responsabilidad, no basta con darles veinte euros para que les dejen tranquilo
y puedan irse a hacer botellones. Esas personas jóvenes tienen un orden de
prioridades un tanto extraño: primero, diversión, segundo, diversión y tercero,
diversión; ¿cuándo estudian?, aunque tengan cierta edad y no debamos estar
encima, como se suele decir, hay que interesarse por hablar con profesores para
conocer la situación de los alumnos. Si no se creen nada de lo que digo, ¡sean
valientes!, matricúlense, por gusto y adquieran nuevos conocimientos, lo van a
ver sin que nadie se lo cuente.
Y lo de la cifra política de
aprobados, es un crimen, es el mejor derrotero para forjar una sociedad de
mediocres, indudablemente. ¿Por qué la Administración pública obliga a los
profesores a conseguir un número mínimo de aprobados?, de lo contrario, le
inspeccionan, les tienen que demostrar a los inspectores por qué se los han
cargado en su asignatura… ¡es una vergüenza!, es necesario poder decir al mundo
o a otras regiones de España, que los niños y niñas andaluces aprueban más allá
de una media que la Administración considera competitiva, aunque la cifra sea
una auténtica falacia. A pesar de todo, estamos a final de curso y cantidad de
padres van a festejar los aprobados de sus hijos, aunque no les vieron estudiar
en todo el año, se engañan a sí mismos sin atender a la sociedad de gente
irresponsable a la que estamos colaborando con un sistema educativo tan falso.
Lo peor de todo es que muchos de esos que hoy no le están dando un palo al agua
y les están dejando pasar de curso, sin tener el nivel mínimo deseable y
obligatorio, mañana son competidores que optarán a puestos de trabajo igual que
esos otros que se partieron la cara y achicharraron sus neuronas para aprobar
cada examen, incluso con calificaciones excelentes. Es más, muchos de esos
malos estudiantes, tal vez, con otro golpe de suerte lleguen a ocupar puestos
de cierta responsabilidad social, después no nos vayamos a quejar.
Insisto, si creen que exagero, les
vuelvo a invitar a que lo vean el próximo curso con sus propios ojos, a ver
cuántos hacen el curso con el acelerador pisado y cuántos se están engañando a sí
mismos, a sus padres, a la sociedad y al sistema educativo ocupando una plaza
que, probablemente, la hubiera aprovechado enormemente mejor otra persona más
interesada y más responsable. Es duro, pero es lo que hay.
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