Llegó a su fin la adjudicación de
los juegos olímpicos para el año 2020, representando el tercer fracaso consecutivo
para Madrid, como candidata a la celebración de los mismos. Se pone fin, con
ello, a la cabezonería de una ciudad con una deuda superior a los siete mil
millones de euros, que lleva siendo finalista de las tres últimas
convocatorias, pero que solo sabe relamerse la miel de los labios, ¿por qué?
España en la actualidad no goza
de una buena prensa internacional, ha tenido que ser rescatada “en diferido”,
por lo que está endeuda hasta las cejas. El Gobierno de España, la cabeza más
visible junto con la Casa Real, se ha visto envuelto en varios asuntos turbios,
que han deslucido su crédito político y moral. No digamos de la Casa Real, que
del mismo modo no ha sido nada ejemplar en los últimos años, así que entre
ambas instituciones, la imagen de España está hecha girones.
A todo ello, le añadimos el ridículo
nivel de inglés que muestran nuestros dirigentes en los actos oficiales y
ruedas de prensas celebradas por el mundo; así como que al haberse presentado a
tres convocatorias, y tener terminadas casi el noventa por ciento de las
construcciones, estas estarían un poco pasadas de moda para el momento de su
celebración, tendríamos que haber sabido que estábamos en una posición bastante
desfavorable frente a la candidatura ganadora, Japón.
Japón es la cuna de la técnica y
como no, de las nuevas tecnologías informáticas, y se presentan con una
exposición virtual, que según han comentado los medios de comunicación, se
puede calificar de genial, impresionante y moderna. Madrid ha debido de parecer
anticuada, en cuanto a sus soluciones y construcciones, frente al gigante tecnológico
nipón.
España tiene tanto ruido dentro
de casa: el elevado número de parados, más de seis millones de personas en el
desempleo; demasiados casos de corrupción extendidos por todo el territorio
nacional, una justicia muy lenta, una deuda pública muy elevada, un sistema
financiero que hace agua, un tejido empresarial agonizando, un sistema
educativo y sanitario tocado, un poder adquisitivo por los suelos, y en general
una cantidad de golfos y sinvergüenzas desperdigados por todo el territorio
nacional, que lo único que nos aportan es una muy mala y merecida imagen.
Ya me dirán ustedes la marca
España como se ve fuera de nuestras fronteras, por mucho que algunas comisiones
se han dedicado a promocionarla, ¿qué podíamos esperar?, si siembras vientos
recoges tempestades. Las cosas hay que cuidarlas más, las personas han de estar
más preparadas para sus relaciones internacionales, se ha de ser más honestos,
mucho más de lo que han sido los políticos con España y con sus ciudadanos. Si
el tiempo y los esfuerzos de algunos para trampear, engañar, etc., se hubieran
realizado para conseguir progreso y bienestar, estaríamos hablando de otras
cosas, y si hubiera llegado este revés, estaríamos realmente apenados por los
resultados de nuestros esfuerzos.
La realidad nos ha situado donde
estamos y donde teníamos que estar, en el bando de los perdedores, porque nunca
hemos trabajado para estar en el bando contrario. Esto se ha de entender, España
ha sido constantemente saqueada por los diferentes Gobiernos, por su falta de
honestidad. Los dineros se han esfumado por los agujeros del gran colador en el
que han convertido a España. No ha importado el color de los gobernantes, sus
leyes parcialistas han propiciado un blindaje de un sistema injusto,
desequilibrado, de acciones a corto plazo, que ha carecido de una visión de
progreso y de futuro. Ha sido la España, de tengo que saquearte, llevarme todo
lo que pueda, en los cuatro años que tengo por delante. Me voy a comprar todas
las propiedades que pueda, y voy a acumular todo el dinero que pueda en los
cuatro años de mi mandato, por si acaso.
Esta es la España en la que se
han vendido a bajo precio empresas públicas, estratégicas, como las de
comunicaciones o energía, sin mirar por el progreso y futuro de España, para
poder asegurarse la incorporación de los políticos que fracasan en las urnas.
Como la historia sería interminable,
la dejamos aquí convencidos de que ante tales desmanes la vida solo te puede
responder de una forma, y Madrid 2020 se la llevó el viento como premio a la pésima
gestión de los responsables que han tenido y tienen este país, pero que no
supieron y no saben llevarle más allá. Evidentemente España ha crecido con
respecto a las décadas anteriores, no faltaría más con la de dineros que se han
gastado y perdido, pero que de haber gestionado con seriedad y honestidad, por
y para el pueblo, España sería diferente.