Un ideal como cualquier otro es
querer vivir en coherencia, pensar positivamente, hablar positivamente, actuar
en la misma dirección, procurar no hacer daño, sentir y mostrar amor hacia los
demás, ayudar cuando me lo soliciten o comprenda que alguien me puede
necesitar, etc. Estas son unas bases simples que me reportan alegría, pasión
por los demás, que me hacen sentir bien y que me fomentan tener una visión más
hermosa de todo aquello que contemplo.
Este ideal es mi ideal de vivir
de un modo recto, es mi forma de sentirme humanidad, parte de ella, de ser más
ella, y de poder actuar de un modo más acorde con lo que considero es mi
capacidad interior inteligente. Es la manera de ser uno y no el desdoble de
doscientas tendencias, para mi es la forma de ir integrando mi dispersión del
pasado, es el trabajo de la atención para conseguir tomar conciencia de qué
soy, y poderme parar a sentir hacia dónde deseo caminar, ver las cosas que para
mí son importantes, e intentar vivir más plenamente.
Muchos al leer, sobre todo los
que más me conocen, comprenden lo que digo y ven que me repito desde hace
algunos años, pero es mi deseo seguir este sentir mío profundo, nunca olvidado,
a la par que mi trayectoria necesaria por el momento, de empleo, búsqueda del
mismo, estudio, y en definitiva la aportación de sustento material para que mi
familia tenga lo imprescindible para seguir viviendo. Aún metido en este
irremediable o insalvable trayecto de supervivencia, mi mundo interior, lo
vivido hasta ahora y lo que espero vivir, es de un valor incalculable y por
supuesto incomparable, al menos para mí, con este trayecto laboral, de dinero o
como queramos llamarle, que me resulta tan pobre.
El mundo interior es enriquecedor
como humano, como persona o como individuo, como quieran llamarle, porque
atender a las capacidades que todos tenemos, prestarles atención y trabajar
para que despierten es tan gratificante, tan inmenso, que no puede ser comparado
con cualquier otro aspecto, llamémosle mundano. Somos todo ese potencial puesto
al servicio de la humanidad, pero aquellos que no reparan en él y no le prestan
algún interés o atención, solo son mentes de pensamientos no tamizados, o mejor
dicho, no suavizados por la acción del amor. Es entonces cuando se producen las
crueldades que son capaces de dictar ciertos individuos, que viven en la
superficie de su ser, por lo que no les importan las demás personas, ni el
posible daño que se produzca como consecuencia de sus acciones o decisiones.
Cuando oyes a alguien o le ves
actuar y con facilidad lanza dardos, esto se ve a diario, comprendes que no se
está viviendo interiormente, porque del desarrollo interior brota otra dulzura,
otro tacto, otra forma de relacionarse, otro respeto. Entonces se retrocede, no
importa dar marcha atrás porque no importa quedar bien o mal, no se busca eso,
no se está rivalizando, se está empleando el sentido común, y el amor sobre
todo. En esta forma de relaciones hay mucho desgaste, porque cada cual tira
hacia lo que cree es terreno privado, en lugar de cooperar al bien de todos.
Existe un problema imaginado acerca de quedar por encima, que mal lleva a pensar
que se va a quedar ridiculizado, y se defienden las personas con uñas y
dientes, en un derroche de energía.
No hay nada que defender cuando
se siente que se es lo mismo que el otro, que no hay nada que atacar, que no
hay nadie que ataca, que estamos para procurar el bien de todos, que ese es el
único objetivo universal de los seres con inteligencia y corazón, y por
supuestos con las extraordinarias capacidades que nosotros los humanos tenemos.
Los animales supongo tendrán las suyas, y seguro que muchas de ellas muy
loables, porque observando a tu perro se comprende que esa capacidad de
perdonar que tienen, es algo más que un movimiento de cola, es una lección de
amor.
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