¡Nos falta
tanto por aprender y tanto para educarnos! Hace un par de días, en un hospital,
me monto en el ascensor, en la planta octava, junto con dos señoras. Una de
ellas pulsa planta baja, yo había pulsado planta sótano. La señora mantiene el
dedo pulsando planta baja durante todo el trayecto, que lo hace sin
interrupción, algo que no es habitual con el transito de personas que tiene un
centro como este. Al llegar a la planta baja, mientras se abrían las puertas el
ascensor, nos hace una mueca a la otra señora y a mi como diciendo que había
sido muy lista. Le contesté que no me había gustado en absoluto lo que había
hecho, pues otras personas podían necesitar bajar. Este es un ejemplo de lo que
muchas personas hacen a conciencia, sabiendo lo que hacen y anteponiéndose a
las necesidades de los demás.
Estoy seguro
que cada uno de nosotros observa, a diario, casos similares e incluso mucho
peores. Mientras haya personas a las que no les importe nada las necesidades
ajenas y no respeten a los demás, viviremos situaciones desagradables, reflejo
del egoísmo más exacerbado. Y tenemos solución, una solución que se llama
educación, respeto y entrega. Lo contrario es lo que ya muchos realizan todos
los días, pero de esto no nos hace falta, ya estamos sobrados y hace mal donde
quiera que se ejerza: en la unidad familiar, vecinal, en el trabajo, con los
amigos, etc.
Muchos van de
listos como esa señora, se cuelan cuando los demás hacen cola, maniobran con el
coche como si los demás no existieran, empujan o se hacen sitio como si los
demás no necesitáramos nuestro propio espacio. No saludan cuando llegan a los
sitios y hay otras personas, nunca sonríen, no te miran a los ojos, solo hablan
de ellos mismos y de lo que hacen ellos. Procuran, que de lo que sea, haya para
ellos sin importarles que otros no tengan o no les lleguen, solo se contemplan
a si mismo y, como suelen decir, a los suyos: su unidad familiar más inmediata.
Están totalmente equivocados, los demás también existimos y quieran o no,
tenemos que relacionarnos, de un modo u otro, con ellos y ellos con nosotros.
La vida no es
una fuente para que uno llegue y quiera acapararla, es el contexto común donde
transcurren situaciones que afectan a todos los seres vivos. Por esto hay que
cuidar los actos, porque repercuten en otras personas. Mejor es apoyarnos y
ayudarnos entre todos para conseguir logros mejores y mayores, que nos
beneficien a todos, que nos procuren bienestar a todos, porque todos tenemos
las mismas necesidades vitales. Y hasta que no nos demos cuenta de que somos lo
mismo, la energía de vida que somos, enmascarada en una armadura de egoísmo que
hemos fabricado mentalmente, de la que nos debemos desprender; no habremos
aprendido nada de no llegar a ese desprendimiento de lo que creo ser pero que
no soy.
Somos enormes
y tenemos unas capacidades interiores impensables, de momento, por algunos.
Podemos conseguir un modo de vivir totalmente nuevo, inteligente, respetuoso,
equitativo y pleno de amor. ¡Tenemos esa capacidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario