El Ministro de
Interior, Sr. Fernández Díaz, compara el problema de la acogida de inmigrantes
con una casa, cuyo tejado tiene goteras y, que la solución es repartir el agua
que entra por toda la casa. Ni los inmigrantes son goteras, ni se puede tratar
el tema con tanta insensibilidad y trivialidad. Ya se que ha querido decir que
si la situación económica-laboral es mala, cómo se va a asegurar la
subsistencia a las personas que lleguen. Pero, las cosas se pueden explicar de
otro modo, aunque si tenemos esta situación es porque desde la transición no
hemos tenido ningún Gobierno preocupado por el pleno empleo, ni han trabajado
en serio para obtenerlo; sino que más bien han estado a las ordenes de los
empresarios y banqueros, los cuales abogan por el desequilibrio y el paro
estructural creciente, para que las condiciones de los contratos laborales
favorezcan a los empresarios. Y esto se consigue cuando hay mucha gente
queriendo y necesitando un puesto de trabajo, al mismo tiempo que escasean
estos. Esta es la jodida verdad, ¿por qué no estamos a la altura de los países nórdicos,
o de Alemania, de Suiza, etc.?
Yo estoy de
acuerdo que la solución última al problema de la inmigración no es acoger a los
inmigrantes, sino poner solución a los conflictos que acontecen en sus tierras
de origen. Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato?, ¿quién o quiénes ordenan
a los dirigentes de aquellos países que terminen con la hambruna y las guerras,
el terrorismo, etc., que asolan las tierras desde donde proceden los
inmigrantes? Ahí está todo el problema, la gente emigra porque peligran sus
vidas, bien porque pueden morir de hambre, bien porque sus países están
envueltos en guerras o en acciones terroristas. Por tanto, la solución no es
devolver a la gente a sus países, no es, tampoco, hacer una defensa férrea de
las fronteras y, no es la solución acoger a las personas pero si es un acto
humano ponerlos a salvo y repartir lo que haya con ellos.
Es que hay
poco, dirán algunos, quizá sea verdad, pero si todos los que han Gobernado en
el mundo durante cientos de años no han sido capaces de que todos seamos ricos,
tan solo han permitido que lo sean unos pocos; algo ha fallado. Si no han sido
capaces de que la riqueza se haya distribuido más homogéneamente, algo no se ha
hecho bien y culpables habrá habido. Si llevan toda la vida reuniéndose, hipócritamente,
en todas esas cumbres mundiales y las cosas siguen igual en muchos territorios
del planeta, para poco han servido estas reuniones, al menos no para las cosas
importantes que afectan a la mayoría de los ciudadanos. “De aquellos polvos,
vienen estos lodos”.
Se vuelve a
pasar otra legislatura, ya estamos a punto de que se cumplan otros cuatro años
y no progresamos, estamos embarrancados, no crecemos industrialmente, ni tecnológicamente,
ni el Gobierno establece un plan serio para la consecución del pleno empleo
como medida urgente de primera necesidad, porque, una vez más, se lo impiden
los que mandan: los empresarios, los banqueros y demás grupos inversores
extranjeros. Entre todos dirigen este país y muchos otros.
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