SE APUNTAN CON MISILES... ¡QUÉ FELICES SON!
Todos los que tienen alguna clase
de poder y controlan a un grupo social, a una región, o a un país, hacen cuanto
pueden por no ser sustituidos. Si son los que mejores ideas y más aportan a la
sociedad o al país, bien merecido lo tienen, que continúen, pero,
desgraciadamente, no es así, nos dirige la mediocridad en la mayoría de los
casos. En este Planeta se han constituido cantidad de fuerzas de intereses
contrarios, que mantiendo un peligroso equilibrio, amenaza con originar una
tercera guerra mundial, incluso, la destrucción del suelo que nos soporta a
todos. Cada potencia mundial ha tratado de elegir localizaciones estratégicas para
ubicar bases militares con misiles de largo alcance, apuntando a sus
potenciales enemigos económicos. Porque, al fin y al cabo, las diferencias que más
peso tienen son las económicas… esas son las que más les duelen a los unos y a
los otros, sencillamente, han perdido la cabeza.
Al tiempo que esto sucede, todos
se reúnen hipócritamente en cumbres internacionales, todos almuerzan juntos,
todos estrechan la mano mientras con la otra sostienen un cuchillo de monte
dispuesto a rajarle. En un mismo país, vemos el odio descalificador que en
forma de fuego arrojan unos políticos contra otros, con la única intensión de
que parte de la población arremeta contra otra parte y, posteriormente, les
beneficie con su voto… ¿nos hemos vuelto locos?
De ambientes de este tipo es
imposible que surja nada bueno, no puede haber bienestar ni progreso, aunque lo
nombran tanto para regalarnos los oídos. Ninguno de los que hay se ha enterado
que el avance solo se consigue colaborando, arrimando el hombro, ayudando a
construir, dejando la negatividad y los enfrentamientos. Ninguno en todo el
mundo, este mal no es exclusivo de España, es una epidemia egoísta extendida
por todo el Planeta. Hay demasiados intereses monetarios que les obligan a
dirigir a la gente hacia donde importa al dinero y la riqueza, no hacia donde
haga más falta o sea mejor para la ciudadanía. Esto todos lo sabemos, no digo
nada nuevo, pero nadie hace nada, es lo que condeno y contra lo que me expreso…
es contra lo que grito, contra todos esos desaprensivos que se otorgan el poder
con ayuda de la población, manipulando mentes, votos y leyes.
Cuando se hacen de las posiciones
privilegiadas dejan de mirar a la gente, entran en el carrusel de la opulencia,
saltan como electrones a una nueva órbita que se aleja de las personas.
Empequeñecemos para ellos, nos diezma la perspectiva, no pertenecemos al marco
en el que se mueven y se dedican a beneficiar a los que están a su nivel, no de
calidad humana, se entiende. No se es presidente de nada cuando se viaja
constantemente mientras se tiene el país con cientos de problemas sin resolver
y la gente padeciendo situaciones de pobreza, desempleo, desahucios, etc. Me
daría vergüenza pertenecer a un Gobierno que a espaldas de la ciudadanía se ve
obligado, por las fuerzas monetarias, a hacer aquello que perjudica a la gente.
Me daría vergüenza prometer cosas a la ciudadanía para, sencillamente,
engañarla e incumplir todo lo ofrecido. Me daría vergüenza llegar a ostentar cualquier
cargo que me hiciera sentir diferente al resto de mis vecinos. No soportaría
tener que cumplir con unas obligaciones que no sean, estrictamente, las de
arreglar los problemas que sufre la gente. La satisfacción de ayudar, de
colaborar, de cooperar para que todo el mundo pueda vivir de un modo parecido y
de la mejor manera posible… debe ser infinita y plena.
No entiendo tanta rivalidad en
todos los campos de esta existencia, tanta competitividad como a algunos les
gusta, modernamente, llamarle. Estamos aquí para compartir conocimientos,
habilidades, para amarse uno mismo y a los demás… para ser felices, y nos
dedicamos a complicarnos la vida… ¡no lo entiendo!
¿No podemos vivir sin hacernos
daño?, ¿debemos ser depredadores como los animales salvajes?, ¿para qué nos
sirven nuestra inteligencia y la conciencia? Tenemos en nuestras manos la
oportunidad de hacer de este mundo, un mundo fantástico. En primer lugar,
aceptando lo que somos, lo que tenemos, cómo vivimos; a partir de ahí, descargándonos
de complejos, de miedos y de pensamientos negativos, abrirnos a los demás, así
todos, hasta alcanzar la unidad, la unión entre todos. Dejar caer la
agresividad hacia el otro, los rencores, los odios, los miedos y comenzar a
compartir riqueza, conocimiento, poner en común ideas para progresar en todos los
campos, esto no es difícil, es cuestión de actitud, es algo que puede suceder
de inmediato cuando todos tomemos conciencia de la humanidad que componemos y
las posibilidades que tenemos.
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