Es domingo y no necesitamos
despertador, pues bien temprano, cuando todavía no había luz, ya se estaban
escuchando los estruendos producidos por las armas de los cazadores. Desde la
cama yo era testigo de que ciertas personas se habían levantado con el ánimo de
quitarle la vida a cuantos animales se cruzaran en su camino.
Seguramente, conejillos o aves,
que comenzaban la jornada con las primeras luces del día, escudriñando en busca
de comida y agua, no terminarán el día o quedarán mal heridos, porque algunos
con la justificación de que gracias a ellos se mantiene el equilibrio ecológico,
se encuentran con el derecho de seguir jugando a hombres primitivos y salen a
cazar.
Si te gusta disparar y hacer puntería,
dispara en un centro de tiro, contra blancos fijos o móviles, pero no contra
animales indefensos e inocentes. No encuentro justificación posible para
asesinar animales, tampoco la entiendo con la acción de los mataderos… asesinan
igualmente. No comprendo las matanzas que se realizan en los pueblos, hincar un
cuchillo tratando de seccionar alguna arteria del animal para dejarle morir
desangrándose. Es igual de cruel, aunque algunos digan que han criado,
supongamos, al cerdo, para tener carne para todo el año.
Nuestra grandeza como seres
humanos es evolucionar, por eso no podemos seguir siendo seres primitivos. Lo
que estuvo justificado en unos tiempos, por necesidad y grado de inteligencia o
conocimientos, ahora debe ser diferente… no somos, o no deberíamos ser
animales. La expansión de nuestra conciencia nos conduce al respeto, al amor, a
los valores humanos, a la compasión y a desear que todos podamos vivir, y en
ese deseo deben incluirse todas las manifestaciones de la energía de la vida.
Este sería el objetivo deseable, desde mi punto de vista.
A ver quién o quiénes le ponen el
cascabel al gato en este tema, como siempre, en cualquier discusión, saldrán
las justificaciones de los puestos de trabajo, de la industria de las armas,
del desempleo que se ocasiona; siempre argumentan lo mismo, se toque el tema
que se toque. Esta es la sociedad de la conservación y defensa del que tiene
más dinero, porque es también el que tiene más contactos en puestos relevantes
y, por tanto, también, tiene más poder. Aquí nadie se anticipa, nadie hace que
nada cambie, nadie propone formas de reconvertir la industria de aquellos
gremios involucrados en sectores que hacen daño al medio, a la ciudadanía o a
los animales.
Mientras esta vida sea la carrera
para conseguir el máximo acumulo de dinero, el puesto laboral más reconocido o
distinguido, o convertirse en la envidia de sus vecinos, estaremos viviendo de
espalda a la vida con mayúsculas. El desarrollo del ser será obviado y
olvidado, cualquiera o muchos solo creerán que se está viviendo cuando se está
disfrutando de algo exterior que te rodea; cuando lo más importante parte del
interior de cada uno de nosotros, no hay que perderle de vista. Tú no solo eres
lo que te han fabricado con la influencia comunicativa externa. Tú no eres la
programación y el condicionamiento que la sociedad ha fabricado. Tú eres una
conciencia interna, una energía y un amor para que nos relacionemos desde ahí.
Nos estamos acoplando a la locura y la velocidad de la sociedad, pero no somos
ni esa velocidad ni esa locura. Somos gente pacifica que nos gusta hacer
aquello que debemos hacer, con responsabilidad, bien hecho y, sobre todo, deseando
el bien de los demás, sin dejar a nadie atrás. No somos los seres competitivos
que la industria y los deportes quieren y necesitan que seamos. Somos seres que
nos gusta hacer las cosas acompañados, nos agrada hacer tareas de un modo compartido,
colaborando, cooperando a un ritmo relajado. No somos seres primitivos, aunque
algunos se aproximen bastante, ellos son los que viven más en el exterior, se
perciben menos, se ignoran a sí mismos. Les cuesta avanzar y aprender de sus
experiencias y de sus actos porque siempre están focalizados en lo que desean
conseguir del exterior. No se detienen para escucharse, para pensar un poco,
para sentirse, para descubrir quiénes son. De este vacío existencial emerge la
agresividad, la intolerancia existente, la falta de valores hasta llegar a poder
asesinar animales o personas.
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