Hay veces que un profesor se
atreve a hablar a sus alumnos, y compartir con ellos que el sistema falla, que
no controla la calidad de la enseñanza ni los resultados que se obtienen. La
Administración no exige unos resultados, no se obliga a los padres de alumnos
que pasan por las clases para charlar, chatear con sus móviles y suspender, a
pagar la ocupación de una plaza en un curso. Las plazas del alumnado nos cuestan
el dinero a todos y, según indica el profesor, no hay derecho a que los alumnos
sigan creyendo que estar hoy en una clase de un centro escolar público, es algo
gratis, que no se paga. Claro que cuesta dinero, cada curso cuesta miles de
euros impartirlo, hay en juego: salario de los profesores, de los bedeles, del
servicio de limpieza, del mantenimiento del edificio y las instalaciones, hay
material consumible que se gasta a diario y hay que reponerlo. Hay equipos que
se averían y hay que arreglarlos, hay suministro eléctrico, telefónico, de
agua, que también se deben atender.
Entre todos y todas pagamos los
servicios públicos, entre ellos la educación, la formación de los jóvenes y de
todas aquellas personas que desean emprender la aventura de aprender. A pesar
de ello, no hay conciencia de que matricularse no es gratis, asistir cada día
no es gratis y que hay personas que solicitan matricularse para estudiar y no
consiguen acceder a la educación pública por falta de plazas; por este motivo,
los que puedan acceder deben cumplir con su obligación de aprender, formarse y,
por tanto, aprobar… ¡sí!, aprobar, se tiene, como alumno, la obligación de
aprobar, no solo de pasear los libros y los cuadernos. Cuando una persona no
aprueba, la Administración tiene la obligación de investigar si existe algún
motivo por el que el alumno no avanza y no aprueba. Los responsables del
fracaso escolar deben abonar la parte alícuota del gasto correspondiente a esa
plaza escolar desaprovechada. Que son los padres los responsables… ¡a pagar!
Que es el alumno… ¡a pagar!, y como no tiene dinero en este momento, le deberá
una cantidad a la Administración pública, algún día tendrá trabajo, entonces
pagará, se le retendrá parte de su salario para ir cancelando la deuda contraída
por irresponsabilidad.
Asimismo, la Administración debe
exigir calidad en el método empleado por el docente, debe evaluar regularmente
al profesor, no solo por los aprobados, porque si es así, el profesor con subir
la nota de sus alumnos tiene solucionado el asunto… todos le aprueban… ¡qué
bueno es el profesor! La Administración cada trimestre o cada mes, debe hacer
una prueba de nivel a cada clase, de esta forma comprueba el nivel real del
alumnado, y la calidad de la enseñanza del profesor. Si el alumno no trabaja
contrae una deuda a la vez que cede su plaza a otro alumno o alumna interesada
en estudiar. Si el profesor no alcanza el nivel mínimo exigido, tiene que ser
amonestado y a la segunda… a la calle, no todos los que se aseguran un trabajo
de por vida mediante unas oposiciones valen para ello.
Cuando escuchas a un profesor
hablando en estos términos te da mucho que pensar, y te deja ver que hay mucho
por hacer. No obstante, ese profesor reconoció que es antipopular entre los mismos
profesores, proponer que sean evaluados con regularidad y, mucho menos, que se
les exija calidad en su trabajo.
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