No hay que hacer lo que quiera la
mayoría, hay que hacer lo que mejor convenga a la población, venga de donde
venga. Esta sociedad adolece de embriaguez democrática, se le llena la boca de
democracia, todo lo justifica con la democracia y con la estúpida expresión: “las
reglas del juego”. Alguien, cualquiera, puede tener una brillante idea para
beneficiarnos todos, pero si no proviene de un núcleo con peso, potente, dominante,
mayoritario, entonces no sirve. Si no es del color de los que gobiernan,
tampoco. ¡Habrá algo más absurdo que oponerse por ideología!, me explico, se da
constantemente que buenas ideas propuestas por un partido son tumbadas por los
otros partidos, sencillamente, porque las ideas no son de ellos, no las
propusieron ellos, se les ocurrió al “vecino”. ¿Cuándo vamos a prosperar como
colectivo, si continuamente estamos cercenando las buenas iniciativas de los
demás? De nuevo estamos frente a la programación de competitividad mal
entendida, que castra la generosidad de la colaboración, excluyendo el sentido
de lo que es compartir y ayudar. ¿Estamos perdidos?, ¡no!, lo siguiente.
Hay
que hacer lo que sea bueno para la gente, ya sé que estarán pensando que
contentar a todos es imposible… ¡efectivamente!, pero a todos nos viene bien el
reparto de la riqueza, asegurar el trabajo para todos, que los precios sean
razonables, que todos podamos vivir dignamente, que tengamos acceso a la
vivienda, que no nos roben, que nuestro dinero se emplee en mejorar las
condiciones sociales en general para todos. No creo que todos esos aspectos le
vengan mal a nadie, pero si alguien sigue anclado en los tiempos en los que unos
se aprovechaban del trabajo de sus esclavos… ¡mal vamos! Hay que seguir
progresando en todos los niveles, externos, materiales, e internos,
espirituales, para que surjan los valores necesarios para que nos tratemos con
el debido respeto, para que nos importe lo que le suceda al otro, para que los
demás tengan cabida en nuestras vidas, para que evitemos hacerle daños a otros.
Es fácil, todo tiene solución, solo que hay ciertos aspectos del ser humano que
son ignorados por los que propugnan avanzar únicamente en lo material. Yo digo
que ambos deben caminar por igual, uno sin otro nos hace infelices. Uno sin
otro nos deja cojos, tendremos la sensación de vacío. El ser en plenitud es
nuestro estado natural, pero debemos permitirle crecer. Somos mucho más de lo
que creemos ser, expande tu vida interior, conócete un poco más, ábrete, enamórate
de la vida, de las personas, hazte responsable de tu vida, vive estando atento,
mantente disponible.
¿Veis?,
está hablando, quizá, la minoría, no siempre hay que hacer lo que la mayoría
imbuida en la cultura de la juerga, el ruido y la distracción, invita a hacer.
No siempre lleva razón la mayoría que permite que circulen drogas que
desgracian las vidas de las personas. No siempre son ciertas las noticias
porque sean emitidas por medios masivos de comunicación, más bien, en muchas
ocasiones, son noticias que tratan de manipular nuestras mentes. Los gobiernos
de las mayorías permiten que la gente fume, a pesar de que en sus cajetillas
dice que te va a matar, a pesar de que en otros asuntos dicen tomar otras
muchas medidas para abaratar el coste en sanidad… hay algo que no cuadra. Por
otro lado, te obligan a llevar cinturón de seguridad en el coche, o casco en la
moto… “¡están mirando por tu salud!”, solo que lo hacen con esto del casco y
cinturones para sancionarnos si no lo usamos. En el caso del tabaco o el
alcohol, se recaudan impuestos… la salud no es cuestión primordial. A veces son
peligrosas las decisiones manipuladoras, de conveniencia e incoherentes, de la
mayoría.
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