GRAN DESCUBRIMIENTO CIENTIFICO: EL HOMUS POLITICUS
Ayer fue el
primer pleno para la investidura de Sánchez y, como era de esperar, asistimos a
la ronda de insultos en todas direcciones, nadie rebatía a nadie argumentando
formas de hacer que nos llevarán a unos resultados determinados. Subían al
estrado, y pronto comenzaba el reparto de improperios contra cualquier ser
viviente que ocupara un asiento en el hemiciclo…, bueno, más bien contra los
dirigentes de cada una de las formaciones políticas…, el panorama es de
vergüenza. Esos son los políticos que optan a ser nuestra representación, esos
son los que se destrozan por el camino a tomar el timón en sus manos. Esos son
los que compiten por asientos y, en el futuro, quisieran agarrar el puesto más
sobresaliente, el de Presidente del Gobierno. Todos son muy demócratas según
dicen, pero lo cierto es que a todos les agradaría, y mucho, llegar a una
mayoría absoluta, conseguir un ordeno y mando sin resistencia, sin fuerzas para
rebatir lo que ellos decidieran hacer con España y los españoles. Todos son muy
demócratas de palabra, pero a todos les encanta dirigir y mandar como si fueran
dictadores, a ninguno le gusta hacer política de verdad, debatir cada tema, consensuar
con las demás fuerzas políticas, y lo que es aún más importante, ser lo
suficientemente flexibles, tolerantes y sensatos para tener en cuenta las
buenas ideas expuestas o propuestas por el resto de intervinientes en el debate
político. La norma o la máxima, suele ser, si la proposición es de los otros,
no vale. Esto se ve de inmediato en cuanto los resultados electorales no dan,
en seguida la formación segunda se autoproclama ser la oposición, ¿veis?, o
mando o me opongo, si es que no tienen en sus genéticas los genes de la
colaboración.
Estos
políticos no tienen ni idea de lo que necesitamos como pueblo y como país, no
saben comportarse civilizadamente, les falta educación, han caído en el reality
show televisivo más burdo, asistimos al Gran Hermano político, donde el único
foco informativo lo constituyen los cientos de trapos sucios que lanzan a la
cara de los contrarios. Nada de lo que dicen o hacen tiene valor, solo mi formación
está en lo cierto y hace lo correcto. Así no es posible que progresemos, el
Parlamento se convierte en un balde, en un recipiente de un líquido pestilente
que nadie adivina qué es. Esos señores tan cómicos no están preparados para
gobernar ni el campamento de los pitufos. Sigo echando de menos exposiciones
que analicen procesos para llegar a alcanzar lo que prometen, argumentos que
nos dejen medianamente claro cómo se va a conseguir tal o cual meta que se
proyecta alcanzar.
Este sistema
de zancadillas e insultos no va a ninguna parte, en el país hay cantidad de
gente con cerebros privilegiados, pero tenemos que sufrir la sucesión de los
militantes de los diversos partidos por antigüedad. Se quejan de tener una
monarquía por herencia de sangre, y ellos se suceden por herencia de militancia,
no por estar mejor preparados. Para muchos, la política es su medio de vida
profesional, no saben ni han hecho otra cosa, nunca han trabajado fuera del
ámbito del partido, todo lo que son se lo deben a sus partidos, los dineros los
han ganado gracias a sus partidos, y los partidos se han convertidos en ETT
(Empresas de Trabajo Temporal) para sus militantes. Es una forma de vivir como
otra, con la salvedad de que esta es subvencionada por todos nosotros, ¿cómo
van a querer que se quiten las autonomías?, ¿saben ustedes a cuanta gente tiene
colocada cada una de las formaciones políticas en los gobiernos autonómicos?...
¡cualquiera le quita a esta gente el nicho de empleo que tienen organizado! Hay
muchas maneras de exprimir el dinero del contribuyente y, tal vez, esta sea una
de ellas. Hay que destinar cantidad de dinero público a salarios de políticos y
cargos a dedo en las empresas públicas que manejan los políticos a su antojo.
Algunos les llaman chiringuitos para dar empleo a los suyos y para desviar o
distraer dinero. En el momento que los dineros circulan de uno de esos
chiringuitos a otros, se le va perdiendo la pista, y al final ya sabemos cómo
termina la historia, nadie se hace responsable, nadie sabe nada, nadie daba las
órdenes, unas empresas públicas hacen justificantes a otras, pero el dinero,
realmente, se ha perdido, no se ha empleado en nada que se sepa.
La política
como negocio se debiera acabar, como carrera profesional de alguien, también. A
la política que se presenten voluntarios con deseos de hacer cosas buenas por
su ciudad o por su país, personas que dediquen gratuitamente parte de su
tiempo, algo del mismo, para dar ideas y proponer o marcar directrices, que una
vez analizadas y consensuadas con el resto de voluntarios, ya tenemos a toda la
plantilla de funcionarios para ponerlos en marcha. A esos voluntarios, el resto
de españoles le podemos acompañar en sus decisiones a través de las nuevas
tecnologías, podemos votar las propuestas, podemos manifestar nuestras
inclinaciones, lo que nos gustaría que se hiciera con nuestros dineros, etc.
Quiero manifestar con lo que escribo que hay otras formas de hacer las cosas,
que lo actualmente impuesto no es irreemplazable sino lo que más conviene a
ciertos colectivos.
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