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Tal como yo
veo, los pasos previos para conseguir la dichosa investidura son ventas de
intereses negociados con los demás. Ninguno de esos se arrima por
convencimiento, ni por apoyo de un programa que el futuro gobierno pretenda
alcanzar para el bien de la ciudadanía. Aunque fuera así, todos se arriman para
sacar ventaja en algo, por lo general, para simpatizar y contentar a la gente
de sus territorios, porque en esos momentos a ninguno les importa que la
ciudadanía a la que representan se ponga por delante de las de otras regiones
españolas. Una vez más, se pone de manifiesto la poca solidaridad y equidad de
la que son capaces los políticos, anteponiendo lo suyo al colectivo, en este
caso a la población española.
Hay que ver
¡qué laborioso!, se hace el pactar y conseguir la firma de apoyo al investido. Creo
que el mismo PSOE comenzó la casa por el techo, en lugar de los cimientos. Creo
que debió afianzar las bases de su plan de actuación lo primero, y debió darlo
a conocer a todos. Si su plan de gobierno fuera tan bueno, ya solo por él
mismo, debería conseguir los apoyos necesarios para ser investido, claro, si la
gente fuese normal. No obstante, estoy casi seguro que de ser las cosas así,
también vendrían los ventajistas a vender su posición porque a esta gente la
realidad de hacer el bien y conseguir un mejor nivel de vida para todos no les
importa, ellos quieren barrer para sus casas, la visión la tienen corta, son
incapaces de ceder para que se alcance el bienestar de toda la población española.
Es mercantilismo puro y duro, y antes de preguntar: ¿para qué quieres mi
apoyo?, preguntarán: ¿qué me das a cambio?
Es patética la
imagen, las sucesivas reuniones y los españoles sin conocer las condiciones de
las negociaciones, ni el rumbo que quiere marcar el nuevo futuro gobierno. Es
lamentable que se reúnan y hablen a nuestras espaldas nuestros “empleados”, y
nosotros no nos enteremos de qué va esto, por dónde respiran, qué se concede a
cada cual, qué arranca cada uno. Hoy se reúnen ante las cámaras de televisión
en el primer pleno de investidura, y la gran mayoría, por no decir todos,
utilizarán su tiempo para tratar de tirar por el suelo el crédito del otro,
ninguno nos hablará de cómo tratarán de conseguir aquellas promesas que siempre
suelen hacer, pero que casi nunca cumplen. El candidato a ser investido será el
más obligado a mostrar sus directrices de gobierno, pero volverá a ser una retahíla
de ofrecimientos pintados de color, que a lo sumo llegarán a ser bocetos en blanco
y negro, quizás solo matizados de grises.
Todo se
convierte en mercado, hasta la investidura lo es cuando, creo, se deberían
reunir para que el candidato a ser investido diera a conocer sus planes de
gobierno, y si los demás lo consideran lo suficientemente buenos e interesantes
para los españoles, sin más, me atrevería a decir, que entre gente sensata ni
harían falta las firmas, mucho menos, las concesiones extraordinarias y
diferenciadoras. Es así como nuestros políticos entienden el arte de hacer
política… sacando beneficios por hacer su trabajo. En el afán de los mandamases
por mantener separadas a la gente del país para que no adquieran poder,
inventaron las autonomías y a cada una se les dio la libertad de hacer cosas
diferentes, motivo por el cual, algunos podemos sentir nuestros derechos
cercenados con respecto a otros españoles de otras regiones. Ese es un
principio erróneo, porque cualquier español debe tener los mismos derechos y
obligaciones, se encuentre en el territorio que se encuentre dentro de España.
Nadie debería ser anualmente más rico por razones de empadronamiento y
concesiones del gobierno en negociaciones como la que nos ocupa.
Si todo esto
sucede es por el egoísmo de la gente, por lo poco que les importa a algunos el
resto de la población, y porque, una vez más, se imponen los intereses propios
de una minoría en lugar de los de la mayoría. El sentido de Estado al que tanto
apelan muchos, lo mandan a hacer gárgaras cuando se abre la veda para coger
cacho.
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