Llegó la Festividad de San
Fernando, y como ha caído en viernes, algún insensato, pretendiendo irse de
puente, no ha tenido mejor idea que traer a su perro a la urbanización donde
vivo y abandonarlo. El perro que no sabe que ha pasado da vueltas a la urbanización
tratando de encontrar a su dueño, cualquier persona que sale a caminar es a
priori un objetivo para el perrito, hasta que llega a su altura y se cerciora
de que no es la persona que busca; lo mismo le sucede con todos los coches que
circulan. Le han debido traer en coche, han debido haber abierto la puerta del
mismo, le han debido de apear y han debido de salir “pitando”, pues el animal
sigue a cada coche que pasa cerca de él, tratando de ponerse a la altura de la
puerta del conductor.
Si, es una pena, da lastima la
situación que el energúmeno de turno ha ocasionado, y cuando te preguntas cómo
es posible tener tan mala leche, se te viene rápidamente a la cabeza que hay
gente que muestran una total indiferencia hacia sus semejantes, ¿se imaginan
esas mismas personas cómo son capaces de actuar con un animal? Son personas sin
sentimientos o parecen no tenerlos,
ellos ya dejaron de tener el animal delante de sus ojos, pero el animal sufre,
en cada minuto, la ausencia de sus dueños, no deja de buscarlos, jadea
constantemente de nerviosismo y de sed, pasa por un infierno, no tiene donde
cobijarse, tiene hambre, está desatendido, no encuentra la mano que le acaricie
y en muchas ocasiones es molesto para aquellos a los que no les gustan los
perros.
El dueño, bueno, el que era su
dueño lo único que sabe es que se ha sacado un problema de encima y que se ha
ido de puente con su familia. El problema se lo ha largado a una vecindad, que
tiene que ver con dolor, día tras día, al animal tirado en la calle. Claro que
se le saca agua y comida aunque las leyes lo prohiban, aunque moleste a otros
vecinos que se sienten mal porque de ese modo el animal se apalanca alrededor
de donde se le pone el sustento. Ya sabemos de antemano, que los tiestos del
agua y la comida van a desaparecer, lo van a hacer desaparecer cualquiera de
aquellos vecinos que se niegan a tener el perro cerca de sus casas. No es la
primera vez, esto suceda casi cada festividad, puente o periodo de vacaciones.
El perro le tiene tal cariño a su
dueño que él jamás lo abandonaría. El perro se alegra tanto de oír una palabra
de su dueño, de recibir una caricia de este, de acompañarle a donde quiera que
vaya, que es imposible pensar en que pudiera existir la posibilidad de que por
la mente del perro pasara tal maldad. Tal maldad solo es posible en la mente de
un salvaje, que creyendo tener un problema, que solo él se ha creado por
precipitarse al tomar la decisión de tener un perro cuando no estaba preparado
para ello; va y lo tira a la calle. Hay que ser muy responsable para hacerse
cargo de un animal y tenerlo en buenas condiciones.
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