Manu, me preguntabas esta mañana:
¿Qué me llevaba del taller?, y yo te decía que aunque fuera un tópico, me
llevaba la amistad de ti y de nuestras diez compañeras, el conocimiento más
profundo de la maravillosa ciudad de Carmona que ha llegado a enamorarme; así
como la amistad de otras muchas personas que han intervenido en este año de
Taller de empleo: Ángeles (“nuestra prima”), Asun, Graci, Miryam, Mª Gracia (la
dire), Mª Ángeles (Administrativa), Manolo Domínguez, Angélica, Machuca y las
chicas de Geriatría; todas las componentes de la oficina de turismo de Carmona:
Paula, Isabel, Carmen, Ana, Almudena y los arqueólogos: Juanma, Rocío y Ricardo.
Además de todas las personas nombradas, que estoy seguro se quedan algunas sin
nombrar y pido disculpas por ello, la cantidad de personas, vecinas de Carmona,
con las que me he relacionado con motivo de las prácticas.
Todos sabemos que llegar a rodar
como un motor bien afinado, nos ha costado nuestros pequeños disgustos, pero al
fin lo hemos conseguido poniendo cada uno de nuestra parte. Lógicamente, los
roces o malos entendidos, se han olvidado; por lo que me quedo con lo bueno,
pues ya sabes que lo positivo aporta y lo negativo o la queja, resta. Además,
no lleva a ningún sitio, solo nos sirve para gastar energías y entorpecer la
marcha.
Se acerca el momento de la verdad,
volvemos a ver la cara del mundo de afuera, de donde veníamos antes de comenzar
el Taller de empleo, la vida cruda y dura, la vuelta al desempleo. Aunque, como
ya se por tu parte, tienes un plan de autoempleo que espero se haga realidad y
llegues a triunfar; al menos, que consigas una fuente más o menos estable de
ingresos y satisfacción laboral, dando el mejor servicio, pues estoy seguro de
que tu puedes hacerlo. Se que tendrás que esforzarte, quizás un poco más, pero
si la ilusión va por delante y la constancia o perseverancia son suficientes,
lo conseguirás.
Me encantaría que cada uno de
nosotros se despidiera con un proyecto en su mente y si puede ser, que lo lleve
medio hilvanado, que se lleve cada uno su idea de negocio, algo por lo que se
sienta motivado; para que desde el primer día posterior a la finalización del
Taller, salga a la calle ilusionado a dar pequeños pasos para hacer realidad su
objetivo laboral. Esperanzarse en encontrar un puesto de trabajo con la edad de
nosotros es un poco complicado, pues como sabéis hasta los jóvenes muy cualificados
están marchándose hacia otros países para encontrar algún trabajo, digno, relacionado
con su formación y experiencia.
Debemos tratar de conseguir un
medio de trabajo y sustento por nosotros mismos, tenemos que echarle un poco de
valor y a ser posible contar con la ayuda de las estupendas compañeras de la
oficina del CADE, para que al menos contemos con plan de negocio y viabilidad,
aunque no se haga con la profundidad requerida, pero que tampoco nos lancemos
al vacío, que ya ves lo que le ha pasado al chef, que a veces falla el paracaídas.
Espero que en unos meses todos
estemos funcionando y podamos vernos con cierta asiduidad, tomarnos una
cervecita, darnos un abrazo y charlar un poco. Esto solo ha sido una anécdota en
nuestras vidas, que caprichosamente nos ha unido a los doce, a su vez a otro
gran número de personas de las que hemos citado anteriormente y por algo será.
Creo que cada uno ha aportado, de cada uno hemos tenido la ocasión de aprender
algo y de podernos ver por detrás de nuestros escudos protectores, para darnos
cuenta de cuán bellos somos todos cuando dejamos destilar amor o sencillamente
humanidad. Todo no va a ser destilar anís, pero si así ha de ser, que sea anís
de los tres hermanos, otra grata sorpresa.
A todos los nombrados un fuerte
abrazo y, a los que se me pudieron olvidar, les pido disculpas y otro fuerte
abrazo para ellos.
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