Gracias por tener paciencia, por
estar de nuevo ahí, por tener esta nueva oportunidad de vivir, porque la puerta
de apertura al infinito se puede abrir en cualquier instante para que puedas
pasar. Estás viv@ y te puedes transformar, puedes cambiar y decidir volar o
seguir arrastrándote por el continuo murmullo de la ignorancia generalizada,
también puedes cabalgar el silencio hacia la inmensidad penetrable de la paz y
la plenitud.
Gracias por tener tolerancia, por
saber respetar las ideas y las acciones de los demás, por darle a cada uno su
sitio y tratar de comprenderles, porque sin ese esfuerzo por tu parte nada
cambia y todo se tensa. Tu mente se enzarzaría en miles de historias y te
desviaría de tu centro transformador, aquel que te guía para conseguir llegar
al destino.
Gracias por perseverar, por no
rendirte, por caer y volver a levantarte, porque sin constancia es difícil
conseguir tus objetivos, ya se que a veces crees retroceder pero tu persistes y
sigues caminando, no te rindes y esto es lo que importa aunque la dirección aún
no la tengas muy clara, tu interior es el faro indicador del destino.
Tres aptitudes necesarias que van
de la mano en esta travesía incierta, si desde la razón la tratamos de alcanzar
y saber qué es. La realización de nosotros mismos, la comprensión de quiénes
somos, el éxtasis de la plenitud y el amor es una realidad de la que no podemos
huir porque nuestra esencia, nosotros en el fondo ya la somos pero hemos sido
educados en direcciones diferentes, sin atenderle en absoluto, acrecentando
intereses variados direccionados por la sociedad y haciéndonos esclavos de su consecución,
pues ese es el éxito prometido por las normas sociales.
Además, se nos ha desviado con
unas ideas religiosas, que prometen una gloria y vida eterna a los que vivan un
compendio de actitudes represivas envueltas en miedo, castigo o pecado, que nos
ha hecho seres dependientes del ser superior que nos han vendido. Esta es la
religión, esta es toda la espiritualidad que muchos han vivido en este mundo de
manipulación y pobreza. Nunca nos hablaron de nosotros, de nuestro potencial,
de la verdadera espiritualidad, nadie vino a ayudarnos a practicarla, ni en
casa ni en las escuelas ha tenido cabida esta observación y comprensión de
nosotros mismos, no se ha motivado la introspección, mirar hacia dentro,
establecer contacto con nuestra energía, vivirnos desde ella, sentirnos
profundamente, dialogar con nuestro ser profundo, arreglar los asuntos no
resueltos con nuestro inconsciente, donde se fueron archivando vivencias que no
fuimos capaces de vivir plenamente en su día. Nada de esto ha sido importante
para nuestros formadores, padres o educadores, ellos qué sabían de todo esto si
la sociedad ha sido analfabeta de este conocimiento tan necesario, tan solo han
repetido el programa, su programa, un programa muerto que evita la plenitud del
ser y con ello la libertad del mismo.
En momentos de crisis como los
actuales donde no la hay es en lo más profundo de cada uno de nosotros, porque
el ser profundo no está a merced de los vaivenes externos, es estable en sí, es
la propia vida, la energía de la misma y ella no entiende de vida, solo sigue
fluyendo como la corriente del río que cuando encuentra un obstáculo,
sencillamente, le bordea y continúa. Somos así aunque no nos lo creamos y
nuestras invisibles cadenas mentales parezcan limitarnos. ¡Búscate que estás
ahí!
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