¿Qué les ocurre a ciertas personas?,
llegas al portero electrónico de un bloque de pisos o de una urbanización y ves
que han pintado la pantalla, faltan botones, algunos están rotos o bien han
rallado con algún objeto punzante la superficie que queda a la vista. Pasas por
delante de los buzones y ves que han forzado algunos de ellos, a otros les
falta la cerradura y a algunos les han arrancado la placa que contenía el
nombre de los propietarios del piso al que corresponde aquel buzón. Te vas a
montar en el ascensor y puedes leer en la puerta nombres, groserías o garabatos
ilegibles que han realizado con alguna llave, destornillador, etc.
Paseas por las aceras de la
ciudad y tienes que ir esquivando las minas antipersonas, dejadas por nuestros
mejores amigos los perros, por supuesto con la debida autorización y mala
educación o poco civismo exhibido por sus dueños. Sigues el paseo y miras como
han debido apedrear las farolas, para que muchas de ellas tengan sus cristales
destrozados; algunos de los bancos que te encuentras al paso también han sido
victimas del mal uso, no están en sus mejores condiciones, están pintados o
rotos. Las bicicletas siguen por las aceras cuando se les acaban los carriles
bici, serpentean los ciclistas por entre los peatones y pasear deja de ser un
ejercicio relajante.
Los aspirantes a grafiteros
pintan las paredes, las persianas de los negocios, las cabinas de teléfonos,
las paradas de los autobuses, las mamparas anti sonidos de las autovías, las
señales de tráfico, los semáforos y hasta se atreven con los autobuses,
camiones, furgonetas, etc.
Afortunadamente se pasó la moda
de los moteros de escape libre, aquellos que llevaban motos de poca cilindrada,
trucadas y manipuladas, que al acelerar por cualquier calle, no corrían demasiado
pero hacían un ruido endemoniado que crispaba a cualquier persona. No obstante,
aún quedan algunos, afortunadamente muy pocos, creo que son los mismos que
ahora llevan automóviles, se hicieron mayores y pasaron de la moto al coche,
tal vez son los que circulan con las ventanillas abiertas y un equipo de música
bestial, tanto que cuando pasan te hace vibrar hasta el michelín cervecero.
A veces amanecen contenedores a
los que les han prendido fuego por la noche, cristales rotos de algunos coches,
espejos destrozados por el kung-fu de turno que llevaba un pedo que ni él mismo
se aguantaba y se desahogó con lo ajeno. La noche también la aprovechan los
cacos para alunizar en los escaparates de los negocios de otras personas, revientan
las lunas y las persianas llevándose cuanto les de tiempo antes de que oigan
las sirenas de la policía.
Casi todo lo expuesto es evitable,
si se quiere, porque casi todo está sucediendo por el placer de hacer daño,
otras por darse un gustito, otras por necesidad y muchas por falta de respeto,
educación y civismo, ¿no creen? Debe haber mucha gente contrariada, con necesidad
de sacar de sí cantidad de rabia que sería lo que justificaría esta forma de
vivir con total desprecio hacia lo que es de todo en unos casos, de ciertas
personas en otros.
Por favor, pueblo, tribu, como queráis
que os llamemos, que la vida es estupenda pero vamos a tratar de que sea
estupenda para todos, vamos a respetarnos, vamos a mostrar más consideración
hacia los demás y las pertenencias ajenas. ¡UN POCO MÁS DE CIVISMO!
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