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Esto va de nuevo del error en los objetivos de los partidos políticos, que como vemos es luchar por alcanzar el sillón de mando. Están todos como depredadores merodeando alrededor de la presa (el sillón), a ver quién pone sus posaderas lo más pronto posible, cuando están teniendo la oportunidad, tanto desde el gobierno, como desde la oposición de hacer algo por el país y sus ciudadanos.
No pagamos sueldos a esta tara de desalmados y sinvergüenzas, de parásitos en una palabra, para que se lleven toda la legislatura intentando ponerse zancadillas y hacerse el mayor daño posible en la caída. Se eligen políticos y partidos, bajo un estado de ilusión temporal, que dura poco debido a la forma de actuar y engañar que tienen estos artistas de mano larga y lengua bífida. El desengaño llega más pronto que tarde, en cuanto comienza la toma de poder, la destitución de los anteriores cargos de poder, y comienzan a desembarcar los familiares de los nuevos, sus amigos, y comienza el nepotismo, los empleos dados a dedo, los pagos de favores, y se ignora en su totalidad la garantía del trabajo que puedan o no desempeñar, ni se exigen experiencias, ni méritos, solo se reparten los puestos, y si no hubiera los suficientes, se crean, se inventan, se ponen mesas hasta en los pasillos si hiciera falta, con tal de asignar puestos y salarios abultados a amigos, familiares y militantes del partido. Esta es la chusma que tenemos que soportar legislación tras legislación, elecciones tras elecciones.
Son los políticos los que están instaurando la sociedad de la mediocridad, pues son ellos los primeros que ocupan cargos para los que no están preparados, ni formados, ni cuentan con ninguna experiencia. Suelen hacer un master de esos que les regalan, o un curso de algo parecido a lo que debieran hacer para desempeñar las funciones del cargo, pero la realidad es que tenemos a la médico al frente de Hacienda. Tuvimos a un electricista, Cerdán, como segundo de Sánchez. A un portero de puticlub como asesor del ministro de fomento. Al mismo ministro de fomento, que era titulado en magisterio, como si no hubiera ingenieros o arquitectos, que pudieran haber desempeñado mejor las funciones propias de ese ministerio y, de paso, haber robado menos.
Lo que siguen sin entender los políticos son los objetivos de su elección por parte de la ciudadanía: incrementar el bienestar para todos los ciudadanos y hacer progresar al país en todas las áreas posibles. Pero no, ellos siguen enconados en la lucha, en la descalificación, en el show vergonzoso, en la pérdida de tiempo infame, en la ineficiencia y en la ineficacia. No comprendieron que sus objetivos se alcanzan no empleando el tiempo peleando y confrontando, sino colaborando, cooperando con los demás y entre todos. Se ha de aprovechar lo mejor de cada partido, se han de poner en común las ideas de cada uno de ellos, y elegir todas aquellas que convengan y beneficien más a cuantas más personas mejor. Esto es lo que no entienden esos golfos prepotentes, vividores, totalitarios en sus convicciones interiores y disfraz de demócratas. O cambian de mentalidad los políticos, o que se vayan bien lejos todos ellos.
Seguiremos...
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