Todo el que dicta normas de conducta y solo permite que se haga lo que él dicta, no tenemos más remedio que llamarle dictador, y al régimen o sistema por el que se maneja, dictadura. En una dictadura se castiga a todo el que disienta con ella, se le encarcela o se le liquida, siempre estamos bajo una dictadura más o menos dura, más o menos blanda, pues es una minoría la que dicta las normas o leyes por las que se debe regir la población de un país.
Hoy hemos sabido que en Brasil acaba de ser condenado Bolsonaro a veintisiete años de prisión por intento de golpe de Estado, organización criminal, etc., seguramente de ser investigados con rigor todos los gobiernos que han habido y hay en el resto del mundo, sus presidentes debieran haber sido juzgados y sentenciados por causas parecidas, por delincuentes, por mafiosos y por corruptos, por robar, por defraudar y malversar los dineros de sus ciudadanos, por no emplearlos para los motivos para los que fueron recaudados. Estoy casi seguro que todos hubieran caído en actos de delincuencia más o menos graves.
Y los que no se presentan a ningunas elecciones, también tratan de dirigir tanto como pueden, sobornan, compran de algún modo, untan dinero negro, llenan las cuentas de sus marionetas gubernamentales. Les llaman lobbies, e intentan de que las leyes de los gobiernos a los que tocan, les favorezcan. Lo hacen por las buenas o por las malas, encarecen los tipos de interés, empobrecen a la gente, les hacen perder poder adquisitivo, les explotan, juegan con la gente, amenazan y chantajean a los gobiernos con despidos masivos, cierres de empresas o deslocalizaciones de las mismas.
Otros sacan el rifle de paseo, se sitúan en algún lugar próximo del que consideran su enemigo y le descerrajan un disparo que le vuela la cabeza, media oreja, o impacta en el corazón y deja seco al más pintado. ¡Esto se ha convertido en la jungla! ¡Es la ley del más fuerte! Casi siempre el más fuerte lo es porque lleva un arma y tú no, o el otro contra el que disparan, que tampoco tiene. Quizás el otro tan solo tiene la palabra, pero lo que propugna no le gusta al que tiene el arma. Es entonces cuando el cerebro se bloquea, cuando la inteligencia abandona la cabeza del individuo, y se pone en modo bestia rudimentaria paleolítica. Hace falta una transformación de este calibre para solucionar sus problemas mentales con un disparo y la muerte del otro, que dice lo que tú no quieres oír, así que tú sentencias, y dices que la vida del otro se acaba instantes después de que se escuche la detonación del disparo. ¡Qué mundo estamos forjando! ¿Por qué tanta inhumanidad?
¿Cuántos frentes bélicos ha de haber activos en el Planeta? ¡Qué desastre! Es la imposición por la fuerza de las armas de todo lo que se ha intentado dialogar, o de todo lo que se quiere imponer por la fuerza, con violencia, con muertes y con destrucción, que después ya llegará la oportunidad de los negocios de reconstrucción, y los balances contables de las empresas que sirvieron las armas para que el dantesco espectáculo de la guerra fuera posible. Las estadísticas de los muertos es otro asunto, que todos, menos sus familiares, terminan olvidando. Es como si a nadie les importase, y la gente no tuviera en cuenta a los que tanto daño hacen a sus conciudadanos y al resto de la humanidad. La gente aborregada sigue votando, sigue jugando al juego que esos indeseables imponen, tiene la esperanza de que yendo a presentarse delante de una urna, sometiéndose al proceso de manipulación y amaño de votaciones, realizada bajo las normas dictadas por manipuladores profesionales, o sea, mediante una ley electoral injusta, van a cambiar algo que no está en sus manos, porque todo es una trama de mafia y corrupción, de financiación ilegal para acudir dopado a las elecciones. Nos timan continuamente, tanto en elecciones, como cuando agarran el sillón de mando, entonces ni te digo. La suerte está echada y que Dios, que yo creo que no existe, nos coja confesados, que tampoco creo en ninguna religión.
Seguiremos...
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