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Me explico: Tengo la sensación de que todos cuando abordamos algo, tratamos de dar, no la mejor solución, sino aquella que nos suponga menos trabajo, menos esfuerzo y menos tiempo. Se valora poco o casi nada, depende el caso o el individuo, que el resultado sea el mejor posible. De ahí que cuando se encarga un trabajo a alguien, casi nunca, o pocas veces, produce una gran satisfacción al cliente, sino más bien un conformismo por aquello de que ahora está algo mejor de lo que estaba. Y es así cómo vamos tirando con el medio "profesional" del tipo que fuere, en una especie de sensación de que todo cuesta mucho o demasiado para los resultados de los trabajos obtenidos. Volvemos al mal del dinero y la carrera por la consecución del mismo. Todos necesitamos dinero, y algunos lo quieren sobre todas las cosas, sobre la decencia, sobre el respeto a los demás, aunque ello suponga un ganar ahora y un perder para el resto de sus días de "oficio", pues como dijo alguien: Te pueden engañar un tiempo, pero no todo el tiempo, así que nunca más vas a llamar a aquellos que no te hicieron un trabajo satisfactorio. Y lo peor de todo, es que nunca vas a dejar de rajar de aquellos que hicieron una chapuza y te sacaron el dinero. Esos no van a volver a trabajar en tu entorno cercano, porque el boca a boca no descansa... ¡Lo peor que le puede ocurrir a cualquier "profesional"!
Aquello que dije antes de que vienen a dar la solución que más le convenga a ellos, no al cliente, y a tratar de llevarse tus perras, está muy generalizado. Por ello, hay que tener mucho cuidado con los que metes en tu casa y en tu vida, y te lo dice uno al que por confianza le acaban de dar un sablazo por tratar de que un conocido me pintara la casa. No ha terminado nada en condiciones, lo tenía todo embarbascado, he tenido que contratar a otra persona para que acabase todo lo que la otra persona no acababa, y por supuesto jamás en el resto de mi vida lo contrataré o aconsejaré a ningún conocido para que le llame. ¡Vaya desastre! ¡Vaya ingenuidad por mi parte! ¡Vaya tomadura de pelo!
Hay un dicho que dice que lo barato es caro, y es cierto. Lo barato si se prolonga en el tiempo, llega a ser caro. Eso sucede cuando no te terminan los trabajos y pagas un día tras otro sin ver dónde está el fin de las tareas que sean. Te entran diciendo que te van a cobrar un precio contenido por día de trabajo y comienza el juego. Y es probable que cada vez que le des una vuelta aquel operario siempre esté trabajando, pero cómo es que nunca termina nada, te preguntas. Se llama organización, si no hay organización en el trabajo, y se da una picotada en esta pared, y otra en la enfrente, llega el momento que está en todos lados, pero no se acaba nada, lo que digo: todo embarbascado. Mucho nervio, mucho trabajo, pero ningún resultado. Irremediablemente el aguante tiene un límite, y llega el día que tienes que ponerle en la calle... ¡Hasta aquí hemos llegado! Has pagado un pastón y el trabajo sigue sin estar hecho, ¿ahora qué? Tienes que buscar a otra persona que lo concluya, y la mejor persona para hacerlo es probable que siempre la hayas tenido cerca sin saberlo. Ese fue nuestro caso, cuando la persona que venía los sábados a realizar tareas del hogar, viendo lo que nos pasaba, nos refirió que ella se ofrecía, al parecer ha simultaneado con su hermana las tareas del hogar con la pintura durante años. Vino un par de días y puso fin al desastre que aquel individuo tenía en el exterior, con una calidad de trabajo y acabado que aquél no puede ni soñar. Ahora ha pasado a pintar por dentro, que tiene un faenón, mover muebles, que por supuesto le ayudamos, pero con un acabado correcto, con una limpieza absoluta, y una diferencia profesional de años luz con respecto a la primera persona que vino a pintar.
Se ha hecho realidad que no es oro todo lo que reluce, también que la confianza, a veces, da asco, y que todo el que puede te saca los cuartos.
Seguiremos...
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