Desde el centro de lo que soy no
hay demanda alguna, toda demanda surge de mi ego pensante, que tiene creencias
y sensación de que le faltara algo. Siente necesidad por estar incompleto, por
haberse forjado en el caos, en la inconstancia, en la rivalidad, en el engaño
dado por cierto.
Me importa lo que soy, mejor
dicho ni me importa, ni deja de importarme, porque es lo único real. No cabe
cuestionarse nada, lo que evidenciaría estar de nuevo en la invención de la
mente, y solo soy trascendiendo la invención, lo que no es real.
Si tengo que pensar para
escribir, no hablo de nada que sea importante, porque lo autentico sale, brota,
del corazón, del sentir, del ser, sin moldearse mediante pensamientos. Hay
envases sutiles que manejamos a diario, en los que encapsulamos las ideas y las
palabras, pero estos no hablan de lo que soy. Estos son elementos accesorios,
demostraciones palpables de la inquietud mental, y no de la serenidad de mi
alma.
No soy ni una cosa ni otra, nadie
lo es, no hay motivo para etiquetar, catalogar, y mucho menos para juzgar. No
tendríamos que tener necesidad de ello, si fuéramos quienes somos. Esto pondría
fin a la intranquilidad, al deseo, y con ello, a la búsqueda.
Tenemos la obligación de respetar
y respetarnos, de cuidar y cuidarnos, de amar y amarnos, de sentirnos, de
conocernos, de aprender. Por qué no vemos que somos uno, que somos lo mismo,
que todo lo que hagamos nos revierte porque no hay nada más. Todos somos
manifestaciones del mismo flujo energético, que no hay otra cosa, que es lo
único, el resto es imaginado, es ilusión, no existe.
Unos le llaman energía de Vida,
otros le llaman Dios, otros Naturaleza, otros Universo, el nombre que más da,
si a lo que se refieren es a lo mismo. Cuando te sitúas en tierra de nadie,
cuando has levantado los pies del lugar acostumbrado y transitas por parajes no
habituales, te sorprende lo preparado que estás para caminar por estos lares.
Son conocidos aunque no los recuerdes, pues nunca dejaste de tener contacto
inconsciente con ellos.
Si solo estás inmerso en la velocidad
que impone esta sociedad, si no te das un respiro para advertir que hay otras
puertas cerradas, y no te concedes la curiosidad de aprender y observar. Si no
estás presto a nuevos caminos que te llegan frecuentemente, cuando “por
casualidad ves algo, te hablan de algo, experimentas algo, etc.”, pasas el
tiempo, pero la vida sigue esperando, eres la vida pero no sabes fluir en ella a
pesar de que tu la eres. No se qué más podemos ser.
Hay personas que dicen que estás
solo en el mundo que te toca vivir, por eso no busques afuera todo aquello que
no seas capaz de descubrir dentro de ti. Porque todo cuanto necesitas ya lo
tienes, y si algo reclama tu atención, obsérvale y espera atento a tu interior,
él te dará la respuesta, te disipará las dudas. Ya eres sabio, ya lo tienes
todo, sitúate más al fondo, mantente expectante, todo está en nosotros.
Confía es la palabra clave,
confía en ti, tu ya eres, todos ya somos, y somos la unidad de la vida, ¿no lo
ves? Aunque veamos comportamientos que pudieran parecernos erráticos,
seguramente estaremos equivocados, pues todo es perfecto tal como es, al menos
tal como sale del interior. Es posible que algunos actos se hayan realizado
desde la ignorancia del ser, y dan lugar a expresiones desafortunadas. Todo es
reparable, la vida se repara a sí misma, el ser es la vida y por tanto está
vivo.