No se qué tiene que pasar más
para que las personas tomemos conciencia de la necesidad de reaccionar, de
movilizarnos, de asociarnos, de llevar nuestras protestas a aquellos que mueven
los hilos, y nos están dirigiendo nuestras vidas por las vías que a ellos más
les interesan.
Tengo claro que a una gran parte
de la población, las medidas políticas restrictivas les está haciendo un daño
que necesitará de varios años para encaminarse, pues ya no podremos decir que
algo va a ser igual a como fue antes. Se han encargado de deteriorar tanto la
situación, y hay tantos grupos beneficiándose del desastre social, económico y
laboral, que casi han dejado como alternativa empezar de nuevo, tras una
retrocesión en el tiempo en cuanto a lo que representa: bienestar, derechos,
etc.
La frase celebre: “Tenemos lo que
nos merecemos”, la hacemos buena con nuestra inoperancia, con nuestra
pasividad, con nuestra entrega a la centrifugadora social, a la batidora de
derechos, y a la destructora del bienestar. Tres funciones en una misma máquina
presentada por la asociación multinacional del poder monetario, especialistas
en modificar las condiciones de los pueblos, arruinándolos, desindustrializándolos,
humillándolos, arrodillándolos, haciéndoles dependientes de su sistema
financiero.
La condición humana es flexible,
es buena encajadora de golpes como viene demostrando, y parece que le gustase
su papel de sparring, que es el adversario que le ponen al boxeador, durante su
entrenamiento, para que se lleve los puñetazos. Esto es lo más lamentable para
mí, que sigamos encajando, que nos dejemos golpear continuamente, diariamente, que
protestemos en privado y nos falte valor para sacar nuestras voces fuera de
nuestros círculos de amistad, fuera de nuestras casas, y de nuestras tertulias.
Cualquier problema es una
desviación de lo que nos conviene y en estos tiempos las conductas de muchas
personas, en especial de aquellas que debieran llevar el timón del barco,
parecen están fuera de servicio, distraídas, engañadas, o trabajando
egoístamente para sí. Hay cantidad de comunicados engañosos, hablan
constantemente de expectativas falsas, cambian de versión como si de una veleta
al viento se tratase. Los ciudadanos están confundidos, indignados,
desorientados, desanimados, reprimidos, empobrecidos, mientras que los
dirigentes aún no han comenzado a vivir la crisis, no les puede alcanzar porque
se rigen por códigos económicos, éticos, y morales muy poco sensatos con estos
tiempos de crisis.
Hay que salirse del euro, del
control de estos gobernantes ineptos, del dominio de Europa. Hay que salir de
las casas a decir a los cuatro vientos que ya estamos hartos, que no soportamos
más recortes injustos, a decir que este no es el camino hacia la prosperidad
futura, que esta senda es la del empobrecimiento masivo, donde como vemos el
rico y el pobre se distancian cada día más, gracias a la falta de reacción y
valentía de nuestros gobernantes, y por supuesto al consentimiento de los
ciudadanos, que ya tendríamos que
haberles cantado las cuarenta al concierto bipartidista inútil, que no ofrecen
soluciones al margen de los dictados de Europa, sin cuidar de los intereses
propios de España.
La indignación se puede volver
agresividad en cualquier momento, y las cosas se pueden poner muy feas. La
agresividad lleva a la violencia, a los pensamientos destructivos, y de estos a
padecer dolor, sufrimiento, etc. Esto no conviene a nadie, pero es que ya está
bien. Señores políticos comiencen a gobernar, abandonen la trinchera de la que
llevan año y medio valiéndose: “la herencia recibida”. Hagan política en el
congreso, olviden la mayoría absoluta para imponer solo lo que a su ideología
se le antoje, consideren todas las propuestas de las diversas fuerzas políticas
que apunten hacia posibles salidas de la crisis, apuesten por todas aquellas
medidas que sean buenas para los ciudadanos y apártense del continuo
complacimiento de los dictados de los poderes monetarios.
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