Camino a la cueva de la Batida,
un paseo por el extramuro de Carmona, bajo los escarpes de piedras de
calcarenitas, que sustentan a la ciudad. Un camino en la naturaleza, llevando
siempre a nuestra izquierda a la ciudad y a nuestra derecha la vega, esa extensión
de tierras arcillosas de labranzas, fértiles, donde crecen los cultivos de
secano, tales como el trigo y el girasol, principalmente.
Saldremos de la Puerta de
Sevilla, integrada en el Alcázar del mismo nombre, que interrumpe la muralla que fortificaba la ciudad en la
antigüedad, dando paso al casco histórico de Carmona. A unos trescientos metros
tomaremos el camino que nos llevará a la cueva de la Batida, no sin antes tener
la oportunidad de contemplar diversas edificaciones y restos arqueológicos a
nuestro paso.
En primer lugar veremos, sobre el
escarpe, la torre del Picacho, también llamada torre de Mathé, en memoria del
que fuera diseñador de la línea de telegrafía óptica de Andalucía, el brigadier
José María Mathé. La torre del Picacho era la torre número 45 de dicha línea telegráfica,
que comunicaba San Fernando (Cádiz) con Madrid; es una torre de planta cuadrada
y tres alturas, en cuya planta baja hay pequeñas ventanas que servían para
disparar con fusiles, de esta forma el personal paramilitar la defendía de
posibles sabotajes o ataques. La telegrafía óptica consistía en la transmisión
de un mensaje mediante dos brazos móviles más unas líneas horizontales de gran
tamaño, para que se pudiera divisar desde la siguiente torre; según las
posiciones adoptadas por las piezas móviles y las líneas horizontales fijas, se
iban transmitiendo números y letras que constituían un código.
A pocos metros el camino pasará
por la puerta de lo que fue una antigua barrería o alfarería, un lugar donde
los artesanos trabajaban el barro, aún quedan restos de lo que hacían dispersos
por el solar, principalmente: ladrillos, tejas y vasijas, también se pueden
apreciar restos de los hornos de secado. Cuatro generaciones después de
aquellos artesanos, que se situaron en este lugar, aún siguen trabajando en
este oficio sus familiares, pero en otro lugar de Carmona, en instalaciones más
modernas e integrada en el polo industrial de la ciudad.
Si seguimos el camino, de seguida
nos encontramos con la Ermita de San Mateo, una edificación que se levantó para
conmemorar la reconquista cristiana de la ciudad por parte del rey Fernando
III, llamado el Santo, el 21 de Septiembre de 1247. Su construcción se inició
en el S. XIV, es una planta de tres naves separadas por arcadas de herradura
apuntada.
La próxima edificación que
podremos observar desde el camino será el Parador de Carmona, que fue inaugurado
en 1976 por los Reyes de España, se levanta en el patio de armas del Alcázar
del Rey Pedro I.
A continuación caminaremos sobre
los restos de la Vía Augusta, una de las vías más importantes del imperio
romano, que unía Cádiz con Roma, así mismo era una de las dos vías que cruzaba
Carmona, también llamada Cardo máximo que se cruzaba perpendicularmente con el
Decumano máximo en el centro de la ciudad, donde se levantaba el foro romano.
El Cardo máximo unía la Puerta de Sevilla con la Puerta de Córdoba.
Cruzamos el puente de los cinco
ojos, un puente romano por el que transitaba la Vía Augusta, para dirigirnos al
último tramo del camino que nos llevará directamente a la cueva de la Batida.
Dicha cueva era una cantera de la cual, todos los pueblos o civilizaciones que
se asentaron en Carmona, extrajeron las piedras de calcarenita, el material que
forma parte del Alcor, piedra o escarpe sobre el que se sustentan las
poblaciones que existen entre Carmona y Alcalá de Guadaira. Con estas piedras
se elaboraban los sillares que son los elementos constructivos que forman parte
de los monumentos y edificios que podemos aún contemplar en la ciudad de
Carmona.
Desde la cueva tenemos unas
vistas amplias tanto de la ciudad como de la vega, sin menos preciar el encanto
propio del entorno de la cueva, las paredes de rocas que posibilitan la
escalada, la libertad que sugiere la amplitud del lugar, descansar sin ningún
tipo de contaminación, ni acústica, ni polución, pues estamos alejados de las
carreteras, fabricas, etc., aprovechar este momento para tomar un piscolabis,
unos tragos de agua, descansar un poco, relajarse y comenzar la vuelta.
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