Ayer Jordi Evole nos dio una
lección de cómo se puede manipular una información, hasta llegar a hacernos
creer que un hecho como fue el golpe de Estado del 23 F, aquel que protagonizó
el teniente coronel Tejero de la guardia civil, pudo ser un complot entre
militares, guardia civil, medios de comunicación, partidos políticos, un
director cinematográfico, el mismo Rey de España y centros de inteligencias
español y americano.
La ficción del complot se realizó
con tal veracidad, reforzada por la intervención de los supuestos protagonistas
de la trama, muchas de estas personas mayores, serias, muy profesionales y
conocidas, que resultaba difícil pensar en la no veracidad de la información
que estaban vertiendo y difundiendo. La indignación de que tan burdamente nos
hubieran tomado el pelo, de que aquella información revelara la posible
oscuridad con la que sus actores habían podido urdir un plan, que resultaba
asqueroso, a nuestras espaldas; iba subiendo por minutos el enfado, pues nos
habían tomado por idiotas, muy idiotas.
Claro que con lo que vemos en la
actualidad, con la desconsideración de la clase política hacia los ciudadanos,
con los niveles de corrupción profesado por los mismos y con el ataque al
bienestar social de los últimos años; era fácil de pensar que aquel juego sucio
tenía cabida en el comportamiento de los que llevan años despreocupándose de
nuestros problemas. Otro argumento que le daba la posible veracidad, era el
paralelismo entre lo que pretendían: dar credibilidad a la democracia, que
igual que ahora sería muy necesaria porque se encuentra en sus horas bajas,
desacreditada totalmente.
Todo este documental que habían
compuesto iba cuadrando en la cabeza del espectador, de forma que en cada
momento se veía como más real el falso golpe que decían habían pactado. Cuando
los ánimos estaban así, llegó el descanso o intermedio, pasaron unos anuncios y
en seguida dan la información de que todo había sido un montaje con la
intención de mostrar cuan fácil era manipular la información y la opinión de
los ciudadanos, mucho más si se hace a través de un medio de comunicación,
masivo y potente, como es la televisión. Entonces, llegó la relajación y se
fueron de la cabeza los pensamientos que me llevaban a desear dejar de estar en
los ordenadores de una Administración de tramposos; querer dejar de pertenecer
al sistema oscuro de lo que más se parecía a una trama de gánster y, llegó la
calma afortunadamente.
Ahora me quedaron otros
pensamientos acerca de aquellas personas, que pudieran haber dejado de ver el
programa una vez se hizo el corte publicitario, pues esas personas tenían que
seguir creyendo, como me había pasado hasta aquel momento, que nos habían
engañado vilmente, que no nos merecemos tener tan ruin casta de políticos,
cuerpos de seguridad, etc., seguía pensando en ellos, que llegarían al día
siguiente a sus trabajos despotricando, como no podía ser de otra manera, si
solo se tenía la información dada hasta aquel momento de la publicidad, ¡que
mala leche!
No podemos descartar, que este no
fue, pero podría haber sido, una intentona de dar una información que podría
ser real, pero que resulta muy cruda, demasiado fuerte de digerir y que se haya
difundido diciendo que es un complot falso, para cuando se desclasifiquen los
documentos correspondientes; quién sabe cuánta verdad o falsedad contiene
porque como dice el dicho: “Cuando el río suena, agua lleva”.
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