No podemos contentar a todos y no
vamos, nunca, a contentar a todos, para lo bueno y para lo malo somos una
colectividad que piensa de modo diferente, por lo tanto lo que siempre
tendremos que hacer es, además de contentarnos a nosotros, tratar de no hacer
daño o perjudicar, de alguna forma, a los otros.
Hablo de contentarnos siempre a
nosotros porque debemos actuar de una manera coherente con nuestros
razonamientos o pensamientos, y al mismo tiempo, hablo de procurar no
perjudicar a los demás. No podemos hacer a los otros las victimas de nuestros
actos en ningún sentido, lo que nos lleva a comprender que debemos ser menos
impulsivos y algo más reflexivos, ya se que no siempre lo conseguimos, hay
temas que nos tocan más de cerca, que son delicados e invitan a la explosión,
pero aún en esos momentos deberíamos procurar entender al otro, ponernos en su
lugar y por supuesto, dialogar.
La vida hay que construirla, en
todos los entornos, ambientes, etc., con valores como los que se deducen de lo
expuesto, paciencia, flexibilidad, tolerancia, dialogo, comprensión y hasta
amor por ambas partes implicadas, solo si los dos lados, que en el fondo
siempre es uno, hacen el esfuerzo de la comprensión y de dialogar sin
violencia, aplicando los valores o cualidades humanas, antes citadas, se
solucionarán los problemas que pudieran existir entre ambas partes. Casi
siempre, esos problemas no son más que interpretaciones diferentes que ambas
partes hacen del asunto, cada cual se retira hacia su zona de seguridad y trata
de defender lo que interpreta como su razón, mostrándose casi impermeable, es
por ello, que alguien, el menos terco o más flexible, si da un paso que
signifique acercamiento hacia la otra persona, acercamiento amoroso portando el
sentimiento de “me importas, quiero estar bien contigo” y, trascendiendo las
discrepancias, pidiendo disculpas por su parte si fuera necesaria, yo creo que
desmontaría el escudo protector que interpone la otra persona.
Comprendo que no todo el mundo
está en disposición, por los motivos que fueren, de funcionar de esta forma,
sin embargo, para mí esta es la manera más fácil y natural de arreglar los
malos entendidos, los enfados, los alejamientos entre las personas. Hay una
falsa vanidad, cuando se dice: “no voy a
torcer mi brazo”, “no me voy a agachar más que se me va a ver el culo” o cosas
por el estilo, pero si queremos recuperar la amistad de aquella persona, si
nosotros hemos entendido que hubo una mala interpretación sin importancia e
incluso, puede que haya tenido importancia, pero si lo que se desea es
solucionarlo, habrá que poner todo de nuestra parte, ya que hemos tenido la
suerte de llegar a comprender que no merece la pena estar enemistados.
Ya se que he escrito de este tema
en otras ocasiones, pero me comentan personas cercanas inquietudes de este
tipo, lo que me hace volver a sentir y pensar como lo hago y a volcarlo de
nuevo en el papel, porque es mi deseo que haya armonía en las relaciones, lo
contrario nos contamina de negatividad a través de las criticas y los pesares
que unos lanzan hacia otros, haciéndoles participes, proyectando lo que no es
adecuado, minando la alegría, etc., y creo que, precisamente, debemos hacer
todo lo contrario, sumar, no restar.
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