Todo es posible, aún más si
fomentamos la paciencia y la perseverancia, además de estar convencidos de
nuestro proyecto. Reordenaría esta idea poniendo en primer lugar el estar
convencido del proyecto, lo que equivale a decir que debemos estar ilusionado con
él, que nos hace soñar a cada momento con su consecución y que incluso ya nos
vemos realizándolo, como metidos en medio del film mental que se está
proyectando. En segundo lugar tenemos que asistirnos de las virtudes antes
nombradas, tener paciencia, darle su tiempo para poder llevarlo a cabo y por
supuesto, igual de importante, ser muy constante, perseverar, no darnos por
vencidos, seguir remando valiéndonos de esa ilusión que acompaña cada idea
nuestra, hasta que se va apagando cuando no se le echa cuenta y las energías se
han consumido solo pensando en ello, hablando acerca de nuestro proyecto, pero
nunca realizándolo porque el miedo no nos lo permite.
Somos nosotros y nuestras ideas,
por qué no van a ser tan válidas como las de los demás, hay cabida para todas
las empresas que se nos ocurran, hablo de empresa como objetivo o fin, no
necesariamente de una organización comercial o industrial, que serían igual de
noble, no hay nada de malo en ser empresario con la mente adecuada. Los
cretinos lo son aún no siendo empresarios, aquellos que no han aprendido pueden
ser destructores del orden social, familiar o simplemente de las buenas
relaciones, en cualquier ámbito de la vida. Es más, y refiriéndome a lo de ser
empresario, la sociedad como se ha construido sobre la base de que aquellos que
se lanzaron, por la causa que fuere, necesitaban de los que no se atrevían a
hacerlo, por la causa que fuere, ha ido degenerando desafortunadamente en dos
bandos, hablando en rasgos generales aunque siempre existen las excepciones, de
aquellos que se han servido del sometimiento de otros, llegando a constituirse
en una relación degradante y necesaria a la vez, que ha ido desembocando en
abuso.
Se ha fomentado muy poco, en esta
sociedad, la colaboración con las personas que ahora llaman emprendedoras, se
ha dado un tinte dramático al fracaso, lo que ha hecho que socialmente se vea
mal al fracasado y son pocos los que asumen los riesgos de este capirote social
que te lo colocan antes de que te des cuenta. Es más, antes de que se consolide
el fracaso, ya suelen haber personas que están proyectando que nos vamos a
estrellar, casi desde el mismo momento en que les hacemos participes de lo que
pretendemos hacer. No hay espíritu emprendedor, no hemos sido educados para
ello, pero es el camino para realizarnos como personas, para madurar, y para
sentirnos más libres porque no forzosamente tenemos que vivir bajo el mandato
de un jefe o un dueño para poder llevar un sueldo a casa. Yo que me he llevado
casi toda mi vida laboral en estas condiciones, creo que es triste,
sinceramente lo creo, es una forma pobre de haber vivido siempre bajo el
mandato y capricho de un jefe, anulando mi potencial, el mismo que cada uno de
ustedes tiene, dejando de hacer aquello que seguramente mejor se hacer o más me
hubiera hecho disfrutar. Tenemos que ser valientes y buscarnos la vida por
nosotros, quitarnos las mordazas, las falsas cadenas y salir a correr
libremente; todos somos capaces de hacerlo, ya se que al principio da una
especie de vértigo pero podemos hacerlo.
Repasemos cuanto hemos dicho para
finalizar, en primer lugar ilusionarnos con nuestra idea, estar dispuesto a
echar horas a tope porque eso nos motiva, tener paciencia, darle tiempo al
tiempo, saber esperar, no precipitarnos, dejar que vaya cuajando poco a poco,
pero no dejar de actuar, perseverar, no darnos por vencidos, que nada ni nadie
nos desanime. ¡SUERTE!
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