Feliz día de los enamorados, ¡viva
la ilusión y la imaginación!, la cena romántica, la licra transparente y el
deseo por la persona amada, las caricias, la mirada intensa clavada en los ojos
de la pareja, los labios del uno en los del otro, los corazones se desbocan
cuan caballos salvajes galopando libres por la montaña, se sueñan el uno dentro
del otro en fogosa convulsión de amor hasta compartir el éxtasis.
Muchos han vivido este día
planificando cuidadosamente la sorpresa, esperando impresionar a su amor, dando
riendas a su fantasía, planeando el juego amoroso, buscando las connotaciones eróticas
para que la noche resulte perfecta. Todos queremos prender el fuego interior y
arder en él, todos queremos consumirnos junto a la persona amada, fundirnos con
ella hasta el infinito y más allá, en una noche que preferiríamos fuera eterna,
inacabable y explosiva.
El ideal siempre viene a
interponerse a la realidad porque nos es fácil planificar lo que deseamos que
suceda, y es que en el amor hay que fluir, dejarse mecer por el ritmo esencial
del poder energético interno y primario. Es un instinto que vincula el amor con
el sexo, que a todos nos alcanza sin excepción, si no ha sido reprimido de
alguna manera o en nombre de alguna creencia, pues lo natural es sentirlo,
gozar de ello, cabalgar cuerpo contra cuerpo, luchar con placer y vehemencia,
con la mente en nada siguiendo el instinto animal de la procreación, la
conquista y la dominación, hasta ser abusado el uno por el otro, hasta ser
compartido el uno con el otro, así hasta el final.
Hasta aquí, enamorarse y sexo,
pero el amor aún puede quedar más lejos y no tener que ver con aquellos
siempre. ¡Feliz día de los enamorados!
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