Me alegra
mucho saber de la mejoría del estado de salud de la enfermera Teresa Romero,
que se infectó del virus del ébola, por ocuparse voluntariamente de los
religiosos que se repatriaron tras hallarse infectados. Ahora todo es optimismo
y alegría, afortunadamente, parece que supera muy favorablemente la enfermedad,
sus defensas vencen al virus y se va a recuperar completamente, ¡que alegría!
Además de la
gravedad de la enfermedad, es posible que se le haya cogido más aprecio por
toda la parafernalia que los políticos crearon alrededor del caso, inculpándola,
volcando toda responsabilidad en esta criatura medio moribunda, entonces. Toda
la incompetencia de los políticos en lugar de asumirla, cosa a la que no están
acostumbrados nuestros dirigentes, la lanzaron como dardos envenenados contra
esta profesional que se había infectado. Un accidente de trabajo que a la
fuerza quieren achacarlo a un error suyo y no del sistema sanitario no
preparado para este tipo de enfermedades infecciosas. La formación dada a los
sanitarios ha sido de risa, el protocolo totalmente improvisado, las condiciones
del hospital insuficientes y sin embargo la única responsable, que nos han
querido transmitir, es la pobre enfermera.
Pues
afortunadamente la enfermera va a salir y espero que le ponga la cara colorada
a más de uno y de dos, empezando por el impresentable responsable de sanidad de
la comunidad de Madrid, siguiendo por el presidente de la comunidad,
continuando por la Ministra de sanidad, Ana Mato, mal apellido para dedicarse a
temas sanitarios, y terminando por pedir responsabilidades o explicaciones al mismísimo
presidente del “ingobierno”. Por qué ella que es la persona que se ha jugado la
vida es la responsable de la incompetencia de los citados anteriormente. Por
qué no dimite nadie, por qué no se expulsa a nadie.
Por encima de
todo, hasta de la muerte injustificada de su perro, vivimos la alegría de que
Teresa sale, va a salir, mejora cada día y creo que todos nos sentimos menos
compungidos.
Por qué no se
le hizo ningún análisis de sangre al perro a ver si tenía el virus, antes de
tomar una decisión tan nazi. Esperanza Aguirre, eso si que es actuar como
nazís, excalibur no tuvo oportunidad alguna, ni esa analítica, ni pasar una
cuarentena, claro si para los nazis no tenían valor las vidas de las personas, ¿va
a tener la de un perro? A pesar de ello, no he oído a la señora Aguirre
despotricar contra los que decidieron sacrificar al animal. Espero que se
pongan los responsables de aquella decisión frente a Teresa, cuando ya se
encuentre con todas sus fuerzas y en perfecto estado de salud y les digan que
ellos fueron los nazis que lo hicieron.
Teresa, fuerza
y esperamos verte pronto desarrollando tu trabajo.
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