Mientras todos
no pensemos en todos, mientras que no nos regeneremos, ahora que este término
está tan de moda en el mundo político; no iremos a ningún lado positivo y si
que marcharemos hacia el descontento y la convulsión.
Hay que hacer
crecer lo mejor de cada uno de nosotros para que lo que prevalezca sea lo mejor
del ser humano y no lo más decrépito. Debemos tomar conciencia de nosotros
mismos, hacer ese acto de interiorización, dejar por un momento de estar solo
en lo externo, para vernos y sentirnos, comprendernos, averiguar hacia donde
hemos elegido ir, saber si hemos errado el destino, tomar conciencia de los
demás y tomar el rumbo adecuado.
Por qué hemos
de parar y hacer eso, pues porque de lo contrario ya lo vemos cada día. A
diario vemos el error de la sociedad que es el error de los hombres que la
componen y sobre todo o al mismo tiempo, el de aquellos que por los sistemas
que se han dado en llamar democráticos, se han erigido en dirigentes de una
marcha hacia ninguna parte positiva. Hemos errado el tiro y sin un cambio de
nosotros seremos incapaces de modificar la trayectoria del disparo, en un símil
armamentístico que tan poco me gusta; maldita sea, por qué se tuvieron que
inventar las armas, por qué unos quisieron invadir a los otros, por qué unos
quisieron someter a los otros, por qué el hombre no ha tenido pudor en matar a
sus semejantes.
Hay que parar,
hay que darse un tiempo para parar la locura, hay que echar los pies abajo de la
cama, cada día, con el propósito de hacer las cosas de un modo diferente. Hay
que dejar de vender falsas imágenes exteriores y hay que manejarse más con
valores humanos que broten del interior de cada uno de nosotros. Hay que dejar
de mentir e inventar historias engañosas y hay que ofrecer toda la verdad de
las cosas, por cruda que pudiera ser. Si la verdad que se ha creado es
contraria a los intereses de los humanos, habrá que cambiar, habrá que hacer
las cosas de un modo diferente para que los resultados sean, también
diferentes.
Tenemos una
sociedad basada en valores que cotizan en bolsa y necesitamos una sociedad de
valores humanos que de lugar al amor, a la solidaridad, a la amistad y al
crecimiento conjunto de toda la humanidad. Entre todos se pueden abordar
proyectos mayores y se avanza a un paso más ágil, además, no beneficiamos
todos, como debe ser.
Saben ustedes
por qué muchos leen esto y dicen que está muy bien pero que es una utopía,
porque aún no están preparados para ello. Lo ven lejano, ellos mismos se
distancian con sus actos, aún no se atrevieron a subir un peldaño más, se han
quedado varados, no navegan por si mismos, son impulsados por la presión
social, se han confundido con ella y no pueden pensar al margen de lo único que
le han hecho creer que es posible. Les digo que las posibilidades son
infinitas.
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