Del sueño a la
realidad cruda y dura, un camino que transitamos a diario. Cada día tratamos de
regirnos por nuestros patrones, por nuestras idealizaciones, por todo aquello
que creemos sería o es atractivo para cada uno de nosotros, pero topamos, tarde
o temprano con el rigor de lo que transcurre, queramos o no. O estamos dentro o
nos salimos y casi siempre vence el sentido de la responsabilidad contraída y
los miedos; así que optamos por aguantar y quedarnos. ¿Es bueno o es malo?, no
lo se, ¿es correcto o incorrecto?, tampoco lo se. Lo que si se es que muchas
veces se dan situaciones dificultosas, que cuestan vivirlas o que vivir es
duro.
Lo que es, es,
para que vamos a darle más vueltas, así que envolvámonos en escamas de pescado
para que podamos deslizar sutilmente por los vericuetos que se nos presentan. Imaginémoslo,
visualicémoslo, veámonos recubiertos del grasiento omega 3 a modo de grasa en
un engranaje, que haga imposible que cualquier situación nos enganche, nos
aprese y nos retenga; solo así podremos caminar, transitar más ágilmente.
Muchas veces
tenemos al lado al maestro, a la persona que dice sabiamente aquello que no
deseamos oír o que no actúa como quisiéramos pero que da en la diana una flecha
tras otra. Hay que reconocer que fastidia pero nos está dando lo que
necesitamos, nos está poniendo en situación, nos está dando la oportunidad de
aprender al mismo tiempo que podemos ver y tomar conciencia de nuestras
debilidades o errores. Mirad, quizás esté más cerca de lo que se creéis, tal
vez es un amigo, un jefe, un compañero de trabajo o de estudios, un vecino, un
conocido o alguien que se ha conocido casualmente; puede ser cualquiera que
abre la boca, hace algo y te enseña. A veces, se tiene la suerte de tenerlo
cerca, muy cerca.
Esto tampoco
nos va a librar de vivir aquello que tenemos que vivir y aquello que tenemos
que morir, nadie vive por nosotros sino nosotros mismos que nos vivimos en
diferentes estados, ambientes y realidades. Si nuestras reglas son muy rígidas,
nos toca sufrir. Si deseamos imponer, nos toca sufrir. Si esperamos demasiado,
nos toca sufrir. Si nos enfrentamos abiertos, dispuestos a aprender,
disfrutamos y superamos lo que nuestras mentes interpretan como complicaciones
a priori, las cosas serán de otro modo. La mente etiqueta aquello que solo es
una situación más y diferente, pero al fin y al cabo solo es una oportunidad de
resolver algo nuevo y aprender. Parar, observar, comprender y actuar, volver a
observar, comprobar que se comprendió; entonces los resultados son los
esperados y lógicos.
Para todo
ello, paciencia, la madre de la ciencia. Saber esperar, saber observar,
reflexionar, encontrarse tranquilo, sentir el centro de uno mismo y para
concluir amarse y amar a los demás, esta es la base de un mundo diferente.
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