Imagen: www.estudiantes.info
He leído un
artículo de prensa, en el que venía a decir que el Gobierno está tratando de
encontrar la manera de ayudar a las empresas para que no se desinfle su
liquidez por motivos de la crisis del coronavirus. Entonces, me he parado un
poco y lo he visto todo muy negro: ¿Cierran las empresas temporalmente?, ¿cómo
asumen las pérdidas al tiempo que pagan impuestos y sueldos, algo que se hace
casi un imposible?, ¿se manda a la gente a sus casas y el gobierno les paga
aunque sea el SMI?, ¿hay alguna hucha para paliar las situaciones de emergencia
y para cuánto dará, si es que la hay?, ¿el BCE va a soltar guita para todos los
Estados miembros de la UE?, ¿cuánto nos va a costar la crisis del coronavirus a
todos los españoles?, ¿en cuánto subirá la deuda pública de España?, si ya era
insoportable hacer frente a la deuda contraída más los intereses correspondientes,
qué pasará a partir de ahora.
Piénsenlo, este
mal le va a dar un vapuleo a la economía mundial de las empresas y, por ende,
de las familias. El tigre ataca, a ver quién es el guapo o la guapa que se
atreve a ponerle el cascabel. De lo que sí estoy seguro es de que todos
saldremos más pobres de ese ataque, bueno, todos menos los fabricantes de
mascarillas y productos desinfectantes, según informa la prensa. No es una
situación para tomarla a la ligera, hemos entrado en conexión mental con el
tigre, y todos pensamos que podemos ser víctimas sin distinción de sexo, cargo,
funciones, color de la piel, convicciones ideológicas, etc. No valen los
aforamientos ni los privilegios de ningún orden, se puede infectar cualquiera
por muy subvencionada que sea su posición social.
Si esto sigue,
viajar se va al garete y con ello las empresas hosteleras, hoteleras, agencias
de viaje y las empresas de transportes. Si hay menos gente de visita en las
ciudades, todos los negocios pequeños de las mismas dejan de hacer caja. Si la
preocupación sigue siendo nuestro futuro, escapar de las garras del tigre, no
vamos a estar pensando en comprar sino en conservar lo que ya tengamos,
sobretodo, en seguir viviendo porque es una ley universal de supervivencia. Por
tanto, vamos a reservarnos de hacer nuevas compras o inversiones hasta que pase
la bestia. Eso sí, se me ocurre que las empresas que tengan productos
terminados, acumulados en sus fábricas y almacenes, podrían marcarse la estrategia,
también de supervivencia, de sacar los productos a precio de costo…, de acuerdo
no ganamos, cubrimos todos los gastos, resistimos, vendemos y ya pasará la crisis.
Las que no quieran cerrar, tendrán que hacer algo así, pero claro, solo podrán
actuar así las empresas que fabriquen algo, que ensamblen productos finales.
También se podrían sumar todas aquellas que comercialicen productos acabados…,
vender a bajo precio, solo para cubrir sus gastos como dije antes, sin
beneficios. Lo que sucede con esta estrategia es que acostumbran al consumidor
a comprar a unos precios que no les permite obtener beneficios a las empresas,
al tiempo que descubren cuáles eran estos, algo que no gustará ni a los unos ni
a los otros.
He oído a
muchos empresarios cuando sus empresas lo han estado pasando mal en el pasado,
que preferían adoptar una medida parecida a la expuesta con tal de mantener la
empresa abierta, cubrir los gastos y esperar a que los tiempos cambiasen, pues
ahora tienen la oportunidad de hacerlo realidad. El tigre se ha situado sobre
el globo terráqueo y está dando zarpazos en todas direcciones, no sabemos si
ataca porque se ve en peligro y cercado, o lo hace porque es nuevo, tiene miedo
y vive en territorio desconocido. Lo cierto es que este virus es nuevo para
nosotros, nunca antes nos vimos atacado e infectado por él, nuestro organismo
no está preparado o inmunizado contra el bicho y corre como la pólvora. Ya lo
dijo alguien en la antigüedad: no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo
aguante. Se irá, pasará, de esto podemos estar seguros, mantengamos nuestros
cuerpos lo mejor posible para que sus defensas estén fuertes. Buena
alimentación, algo de ejercicio, higiene mental, algo que es fundamental y
muchos descuidamos porque no se ve por fuera hasta que no somos tratados y
convivimos más intensamente con otros. Después de todo lo dicho, reconozco que
es una faena, estamos en cierta manera indefensos contra el tigre, pero no
podemos perder la esperanza de que vamos a sobrevivirles, ya hay muchas
personas que le han ganado, que se han curado. Los daños colaterales como los
económicos los podremos compensar con buenas decisiones y una mente siempre
enfocada al bienestar general. Tenemos capacidad para ser cada día mejores, y
esta es una gran oportunidad para unirnos más una vez hemos comprobado nuestra
vulnerabilidad.
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