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Los medios se
hicieron eco hace unos días de que el actual rey se negaba a aceptar la
herencia de su padre, no quería sus dineros, pero era evidente que no hablaba
de rechazar la herencia del cargo. En fin, hemos asistido al teatrillo de la
honorabilidad, ahora que el rey emérito va a ser juzgado y se va a saber
públicamente parte de los tejemanejes que se ha traído la primera y máxima autoridad
representante del país, el supuesto patriota número uno de España con dineros
en Suiza y demás lugares clandestinos a la Hacienda pública, y ajenos al deber
de contribuir con los gastos generales del país, ahora es cuando el ciudadano
Felipe reniega de lo que pudiera darle su padre. ¿Y cómo podemos saber los
ciudadanos que el traspaso no ha sido hecho ya, con la opacidad en la que
siempre ha andado la Casa Real?, ¿quién está en condiciones de saber que el
actual rey no ha pillado cacho del dinero ilegal?
Mal ejemplo es
este del rey emérito para la Institución subvencionada por todos los españoles,
¡qué vida tan a cuerpo de rey ha vivido toda esa gente!, ¡qué poco ejemplar han
sido para el resto!, ¡qué poco solidarios con el pueblo!, ¡cómo les hemos hecho
millonarios!, porque es lo que hacemos con esas personas, una cosa es cubrir
los gastos de la Institución, otra bien diferente es darle dinero a espuertas
para que todos ellos se hagan millonarios. Debiera de ser: tengo rey, le pongo
un salario y cubro los gastos institucionales, pero no así los personales, que
se los pague de su salario como el resto de los mortales. ¿Es esto envidia?, ¡no!,
es clamar justicia, es aplicar sentido común, es sentirnos iguales, es ser
justos al aplicar la puñetera Constitución. Dicho así, llamada puñetera, por
ser el arma arrojadiza que unos políticos lanzan contra otros.
Hace muchos
años a esta Institución la definí como anacrónica, pasada de tiempo, inservible
en la actualidad, nos cuesta un pastón y, para rematar la partida…, los reyes
para el ajedrez. ¿Cómo podemos seguir en pleno siglo XXI con estas sandeces? No
necesitamos reyes ni príncipes, necesitamos conseguir un sistema equitativo y
justo, comandado por gente honesta y con verdadera vocación de servicio
público. Un sistema social que consiga el pleno empleo como medida primordial
para que todos podamos tener unos ingresos, producto de nuestro trabajo y
ocupaciones, sin que nadie resulte subvencionado ni privilegiado con respecto a
los demás.
Esta gente se
mueve con asignaciones, asignaciones para el rey, para la reina, los actuales y
los anteriores, para las infantas, las actuales y las anteriores, más todos los
gastos cubiertos, nosotros más pobres y ellos, cada día, más ricos. ¡Toma!, ahí
van los millones, ¿Necesitáis más?, después no hay dinero para sanidad pública,
para educación pública, y la deuda cada día más abultada y pagando miles de
millones mensuales, si no diarios, por los intereses. El sueldo para los
políticos sube un treinta y cinco por ciento, pero para los pensionistas solo
sube el 0,9% con el socialista Sánchez, un 0,25% con el amigo del alcalde que
lo eligen los vecinos del alcalde.
Volvamos en
serio sobre la herencia y los dineros del rey emérito, cómo se va a saber nada
sin transparencia, ¿alguien ha revisado los extractos bancarios españoles y
extranjeros de sus majestades?, ¿alguien tiene poder o accesibilidad para hacerlo?,
pues entonces los medios dirán lo que ellos quieran que se sepa o lo que desean
esté en las cabezas de los españoles, que lógicamente se lo creen en mayor o
menor medida conforme más propenso sea o no, a la monarquía. Llegados aquí ya
entenderá cada uno qué valor puede tener que el hijo del padre diga que, a
estas alturas de la película, habiendo tenido tiempo para hacer de su capa un
sayo, renuncia a lo que, supuestamente, le quede por recibir de su papá.
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