Imagen: www.laverdad.es
Con el confinamiento,
las pérdidas sufridas por los bares durante el tiempo que estuvieron cerrados,
las autoridades a instancias del sector hostelero, están permitiendo en la desescalada
que los bares estén abiertos hasta altas horas de la madrugada, dicen que es
para que recuperen algo de lo perdido. ¿Las autoridades van a pensar alguna vez
en la gente, en los vecinos de esos negocios, por lo general ruidosos porque la
gente se desinhibe entre copas y comienza a no tener en cuenta el descanso de
las personas. Quien haya estado cerca de un negocio así, puede escuchar a la
una y a las dos de la madrugada, charlas que no cesan, en diferentes tonos y
volúmenes, risas, carcajadas, etc.
Todos hemos
estado jodidos con la pandemia, primero sin salir, algunos perdiendo el
trabajo, otros momentáneamente siendo incluidos en un ERTE de su empresa, y
ahora ¿qué les toca, no poder descansar?, ¡ya está bien! La política de los
ruidos y el respeto a la vida tranquila para los demás, debiera estar bien
regulada por una ley justa que antepusiera el descanso y la tranquilidad de las
personas a la diversión o al negocio. Los bares a las once de la noche, como
máximo, debieran estar cerrados, creo que es muy buena hora para empezar a
respetar la vida de los demás. Un bar puede abrir a las siete o las ocho de la
mañana, muchos lo hacen, y si están abiertos hasta las once de la noche, creo
que ya tienen un horario amplio como para no estar molestando a nadie, y eso lo
debieran tener presentes las autoridades.
En verano, en
casa de mis padres en una zona costera, tenemos una plaza a unos cien metros, y
en ella hay varios bares que abren, por eso de ser verano, hasta las tantas de
la madrugada. Los matrimonios van a tomar algo y a charlar, algo que en el
silencio de la noche se mete por las ventanas, pero peor aún son los niños, a
los que dejan a su propio albedrio y se llevan horas chillando sin que en
ningún momento se oiga a ninguna persona mayor, llamarles la atención.
La ley anti
ruidos hay que mejorarla ostensiblemente, no solo hay que atender a la
intensidad de los mismos y a la franja horaria en las que se producen, sino a
la frecuencia con que se emiten y duración de los mismos. Hay gente muy ruidosa
que suele confundir propiedad con potestad para hacer cuanto quiera dentro de
la misma. Lo suele argumentar sin consideración alguna, respeto o educación.
Hay gente que suele escuchar música en su vivienda a un volumen que trasciende
las paredes de la estancia donde se está reproduciendo la música, haciendo
participe de su ritmo a buena parte del vecindario. Hay gente que siendo
aficionada a algún instrumento, practica horas y horas en interminables
sesiones, sin cuidar de que su estancia esté insonorizada. Existen unos
dispositivos electrónicos llamados cascos o auriculares, que de usarlos
evitarían cantidad de molestias a sus vecinos.
Los políticos,
una vez más, se congracian con los empresarios, aunque de ello resulten nuevas
molestias para la vecindad. Que no pueden descansar, a ellos qué más les da.
Que caen enfermos por esa falta de descanso y tranquilidad, pues que vayan al
médico y les receten pastillas para dormir, pero las terrazas de los bares
tienen que estar abiertas hasta las tres de la madrugada… ¡esto no es normal!
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